viernes, 27 de septiembre de 2013

Entrada veintinueve: Encontrado.

"Phoebe despierta" Después de la breve oscuridad abro por fin los ojos y veo borroso una mancha de color carne con plata encima. Trece.
Me restriego los ojos para quitarme la molesta capa que me nubla la vista. Son lágrimas."¿Estás bien?" pregunta vacilante.
"Sí, perdona. Un mal sueño." ¿A qué viene ese perdona? Vuelvo a mirarle, tiene gotas de sudor cayéndole por la frente y pegándole sus dos mechones plateados a ambas sienes. Aún tiene la respiración agitada. "¿Y tú? No tienes buen aspecto"
"Sí, es que vine corriendo, problemas. Y bueno, ¿Qué era el sueño?"
"Na...nada. Prefiero no recordarlo." No quería recordar otra vez a Ian. Sentía que no podría con ello.
"Bueno, como quieras. ¿Que tal en el instituto?"
"Con los exámenes finales y eso."
"Espero que te salgan bien."
"Gracias." El ambiente está frío, no sé que decir, por primera vez me siento incómoda con Trece. ¿Será porque está molesto conmigo por lo de la última vez? "Oye, lo del otr..."
"Phoebe, tengo alg..."dice Trece al mismo tiempo. Me mira y sonríe."Habla tú primero"
Asiento. "Lo del viernes, ¿estás bien?" Sus claros e intimidantes ojos me examinan con un brillo extraño con la sonrisa dibujada en su rostro aún. "¿Qué?" pregunto intimidada.
"Es que nadie se había preocupado por mi desde hace años." Siento un ligero calor en el estomago y la cara."¡Te has sonrojado!" dice riendo.
"Calla." replico. Odio que me vean sonrojada.
"No pasa nada, está bien ver que al fin y al cabo eres una chica normal"
Hago una pequeña mueca y suelta una carcajada. Río también. Creo que es lo más normal que hemos hecho juntos."Aún no me has respondido." Recuerdo después de dejar de reír.
Asiente y se sienta a mi lado en el sofá, todo este tiempo estuvo de pie."Estoy bien, sólo que me desperté mareado. Y apenas recuerdo nada. Cuéntame."
"Pues antes de hacerte pasar por un yonki me pegaste para que fingiera bien"Aún estoy un poco molesta.
"Mmmmm, sí...Lo siento."
"No pasa nada, mejor olvidémoslo. Continuo. Te metieron en una sala y me colé, pero te ataron y cuando iba a ayudarte te inyectaron algo, un analgésico creo. Luego ataqué a la tía con un termómetro."
"¿Con un termómetro?" Pregunta mitad confundido, mitad impresionado.
Está impresionado...nunca lo había visto así, una ráfaga de orgullo me llena."Sí, lo rompí y se lo clavé en los ojos. Ella intentó ahogarme pero no sabía, entonces le enseñé y la dejé casi muerta." Trece abre la boca para protestar, pero sigo hablando. Sé lo que va a decir."No te preocupes, te desaté e hice Fulminato de Mercurio sobre ella, o al menos lo intenté."
"¿De verdad? Recuerdo algo, pero no ninguna explosión."
"Creo que no llegó a explotar y si lo hizo fue muy pequeña, tenía todo el mercurio en los ojos. Eso sí, ardió y no dejé huellas en ella."
Sonríe."Genial, enserio. Aunque...deberías llevar cuidado, ese día estuvimos muy cerca. Pensé que no habías venido en toda esta semana porque querías alejarte de todo esto. Y creo que sería lo mejor."
"¿Qué?" Le miro atónita.
Un pinchazo me atraviesa la cabeza y veo a varias niñas riendo y alejándose de otra niña de ojos grisáceos azules con manchas en la ropa y a punto de llorar. Soy yo con 10 años menos. ¿Por qué acabo de recordar esto? "¿Phoebe?" Trece me llama. ¿Es eso no? Todos acaban alejándose de mi.
"Ya veo...bueno no pasa nada." Me levanto, cojo la mochila y me dirijo a la puerta.
"PHOEBE" Dice más alto, le miro."¿Qué haces?"
"Irme." Me coloco la mochila bien, pero tira de ella.
"Imbécil."Dice sonriendo y llevándome al sofá de nuevo. "No quería echarte, solo que llevaras más cuidado, nos podrían haber matado."
Me miro las manos sin saber qué decir, la pintura de las uñas está casi caída sobre mis uñas mordidas. Últimamente duermo poco.
"Pero tienes razón, lo mejor será irme..."
"No puedes."Insiste con un tono que indica que está riendo.
"¿Ahora me dices lo que puedo y no puedo hacer?"
"No es eso, es porque sé dónde está Ian."

martes, 3 de septiembre de 2013

Entrada veintiocho:Desde la oscuridad.

La oscuridad continua, con algo nuevo. Siento algo húmedo subir de mi cuello a mi mejilla, y de esta a mis labios. No estoy asustada, al contrario.
"Phoebe"se escucha mientras la cosa húmeda roza levemente mis labios.
Esa voz...abro los ojos rápidamente, y sobre mi, con su cara a escasos centímetros de la mía está Ian. Sus grisáceos ojos verdes me miran con un brillo conocido. Sonrío y su sonrisa se ensancha más. Baja su cara y me besa tiernamente, nuestros labios colisionan y nuestras lenguas, ansiosas, también quieren, pero se aparta de mi."Te quiero"
Entonces toda la seguridad y comodidad que desprende Ian se transforma en lo contrario. ¿Qué ha pasado? ¿Es que no le quiero? Miro sus ojos, me miran curiosos, pero aún así puedo ver ese brillo que me asegura que él me quiere. ¿Qué me pasa? Yo le quiero, ¿O no? "¿Por qué?" pregunto sin querer hacerlo en su susurro.
"¿Por qué que, Phoe?"
Me muerdo el labio inferior, ya que he empezado..."¿Por qué me quieres?"

Sonríe, tiernamente."Mi Phoebe"dice mientras acaricia mi cara. Veo que está sin camiseta, y yo también. Sus músculos no muy marcados apenas se ven, no sé donde estamos, estamos rodeados de oscuridad, mientras que a nuestro alrededor hay una luz tenue.
"Siempre igual, dudosa de todo. ¿No te has mirado nunca al espejo realmente? No ves tu verdadera tú. Eres hermosa y con una fuerza interior tremenda." Su pelo rojo cae a ambos lados de su cara, y el flequillo tapa sus ojos. Se lo aparto, sonríe dejando ver su dentadura, casi perfecta. "Y, aparte de eso y más, me entiendes y me soportas a pesar de todo."
"Eso no es cierto, en todo caso es al contrario, tú me soportas a mi, yo no tengo por qué soportarte porque me gustas tal y como eres."
Sus altos pómulos se enrojecen levemente.
"Y, ¿no has pensado que a mi me pasa lo mismo? Phoebe, eres la única persona que me aguanta en mis arrebatos hiperactivos y en mis locas ideas. Reconozco que cuando te vi por primera vez sólo quería estar contigo por que me parecías guapa, pero tú empeño en rechazarme y que aún así quisieras seguir quedando conmigo, todas esas veces que nos vimos me hicieron ver como eras realmente e hizo que me enamorara de ti. Y ahora, después de dos años aún me preguntas por qué"
Avergonzada por que sé que tiene razón escondo la cara en su cuello.
"Siento que no soy lo suficientemente buena para ti...ni para Jane, incluso ni para Anthony ni Alec"



Una risa adorable brota de su garganta."Phoebe" Sus brazos que sostienen su peso a ambos lados de mis cortados bajan, haciendo que sus omóplatos bajen y sus músculos se relajen. Su boca va hacia mi oído y susurra con su leve ronca voz."Eres más que suficiente para nosotros." Hace una pausa en la que solo se pueden escuchar nuestras respiraciones levemente agitadas. "Piénsalo, ¿Qué habría pasado si no te hubiéramos conocido?"
Si no los hubiera conocido... A Jane le hubieran pegado porque no habría estado allí para defenderla, y sin Jane probablemente no conocería a Ian porque no me hubiera atrevido a ir sola al concierto donde le conocí."Tienes razón"
Su mirada está cargada de un te lo dije pero, en vez de decir algo sonríe de lado y me besa. El beso es más apasionado que antes, es una batalla entre nuestros labios y lenguas. Me dejo llevar y cierro los ojos disfrutando de su cálido contacto.


"Phoebe, despierta encuentrame. Phoe, despierta" Su voz es cada vez más lejana, intento abrir los ojos pero no puedo."Phoebe despierta." La voz es tan lejana ahora que no se distingue, pero sigue siendo conocida. Y otra vez no puedo escapar de la oscuridad.

domingo, 25 de agosto de 2013

Entrada Veintisiete:Hacia la oscuridad.

Viernes: tres y once de la tarde.

Hold me close. Don't let go. Watch me... HOLD ME CLOSE. DON'T LET GO. WATCH ME BURN IN THIS HOSPITAL FOR SOULS.

La canción acaba con la voz de mi cantante favorito y una simple nota de piano. Perfecto para ser el final de un disco tan genial. Gracias a las gafas de sol nadie ve mis ojos húmedos. Estoy sensible. Pero nadie lo sabe. Nadie me ha visto nunca llorar. O eso creo en un arranque de orgullo.
Hace calor, muchísimo. Llevo la camiseta del grupo que acabo de escuchar. Negra. Las malas costumbres nunca cambian.
Toda esta semana he estado rara. Tengo esa sensación de que necesito algo, alguien. Nunca pensé que Ian me hacía tan bien. Al final si va a ser verdad que todo lo que se necesita es amor. Amor y sangre. Dios, también necesito sangre. Y tengo miedo. ¿En qué coño me he convertido? Y esa indescifrable pregunta. ¿Desde cuándo estoy así? Vale, siempre amé la sangre, los asesinatos y demás. ¿Pero desde cuándo quise cometer uno? ¿O desde cuándo estoy tan decaída? Yo antes sonreía. De verdad. Me sentía bien sonreír. Y no recuerdo nada.

"JODER" Le pego una patada a una lata que hay en medio de la acera. Mi grupo preferido sigue sonado. En uno de sus geniales solos. Es gracioso como la música me puede distraer tanto. La música amansa a las fieras. Y tanto.
Llego a casa de Trece. Abro la puerta con mi llave. No está. Lo noto. Me quito los cascos y todo el piso se inunda de silencio.
Voy a la habitación de Trece para comprobar que no hay nadie, vuelvo a la cocina y me
hago un sándwich con la poca comida que hay en la nevera. Me siento mientras le sigo dando vueltas a lo de antes. El fin de semana pasado fue genial, omitiendo lo de la falsa medica y eso. Nunca suelo pensar en eso. No quiero.  Ya van tres. El gordo cabrón, la puta y la falsa medica, Mary. ¿Habrá más? Tengo la sensación de que sí. Pero mejor dejar de pensar en eso.
Con Jane, Alec y Anthony lo pasé bien, sentí que volví a ser esa Phoebe de antes, pero aún así, sigo sin recordar qué fue lo que cambió. ¿Alguna muerte familiar?, ¿Trauma infantil? o ¿En realidad estoy en coma y todo lo estoy soñando?
¿Acabaré matando a alguien sin pensarlo?
Tiro lo que me sobra de la comida, se me ha quitado el hambre.
No debería pensar en estas cosas.
Guardo los cascos y el aparato en la mochila y me siento en el sofá, esperando a Trece. Estoy en su casa porque no lo veo desde hace una semana. Jane hoy está con unas compañeras de clase haciendo un trabajo de final de curso. Anthony y Alec fueron a ver una película, me invitaron, pero les dije que fueran solos, estarían mejor.




Saco un libro de la mochila y lo abro por el último tema. Leo lo subrayado, para prepararme el examen, tras dos minutos los párpados empiezan a pesarme y acabo en la conocida oscuridad.

martes, 6 de agosto de 2013

Entrada número veintiséis: Sinceridad.

Viernes, ocho y veintisiete de la tarde.
Llamo a la puerta de Jane, escucho risas y música detrás de la puerta. Jane no está sola. Me abre la puerta Anthony. Efectivamente, no lo está.
"Hola Phoe."dice sonriente. Es diez centímetros más alto que yo, así que no me hace falta levantar la cabeza para ver que se ha cortado el pelo, ya no lo tiene tan largo como Alec. Sus ojos dorados brillan con la luz del sol al atardecer, la verdad es que es guapo."Llegas un poco tarde." Dice ampliando la sonrisa.
"Hola. Sí, es que estuve haciendo cosas..."Digo mientras sonrío verdaderamente. Tiene una sonrisa que saca sonrisas.
Ambos pasamos al salón. En el suelo hay colchones y en el sofá unas sábanas dobladas. La mesilla de café que estaba normalmente entre el sofá y el mueble donde reposa la tele está apoyada en una pared llena de snacks y bebidas, como la madre de Jane lo vea la mata. Su madre es así como una obsesionada de la limpieza, pero me cae bien.
"Phooe" Grita Jane antes de tirarse sobre mi y besarme en la mejilla."Pensé que te habían secuestrado y quemado." Rio, no por su idea, sino porque hace apenas una hora justamente estaba haciendo eso. "Veo que ya estás de mejor humor."
Asiento."Sí, es que no voy a ver a mis padres hasta el lunes"
Ríen, Anthony me da la razón y Alec ríe como si estuviera avergonzado por reírse de algo así. Es adorable.
Me levanto, sacándome de encima a Jane y me recuesto en el sofá.
"Siento haber llegado tarde. ¿Habéis hecho algo?" pregunto relajándome un poco, todavía estoy tensa con lo de la tía esa.
Anthony y Alec están en el suelo sentados frente al sofá dónde estoy recostada y Jane está mirándome de pie. Me siento el centro del universo, y no me gusta.
"Sí. Pedimos un par de pizzas"Dice Jane sentándose en uno de los sillones.
Alzo mi mano y mi pulgar, en señal de aprobación. "Pizza, genial."
"Oye, Phoe, ¿qué estuviste haciendo?"
Mierda. No sé que responderle, no tengo nada preparado... pero es Jane, a lo mejor esto funciona.
"Ya sabes, lo que hago en mi tiempo libre, matar personas, asustar niños, violar gatos."
Todos estallan en carcajadas, ¿desde cuando soy graciosa?
"No sé por qué, pero te creo." Responde Jane aún riendo.
"Los próximos seréis vosotros, esta noche." Digo fingiendo seriedad. Entonces todos callan y me miran. Mierda. Entonces estallo. "¿Enserio creéis que os mataría? A vosotros que no sé por qué, pero sois los únicos que me aguantáis y queréis estar conmigo." Estoy casi sin respiración, creo que grité y que hablé demasiado. Los tres se me quedan mirando fijamente, impresionados, tal vez por lo que dije. Con una extraña sensación me levanto y voy al aseo. Estoy colorada, más vale que sea por el calor y no por vergüenza.
Cuando salgo del aseo casi choco con algo que me rodea inmediatamente con sus brazos, es más bajo que yo. Jane. Le correspondo el abrazo. Hasta que nos separamos y sé quien es.
"¿Alec?" Asiente avergonzado. "¿Pasa algo?"
"No, solo quería que supieras que lo de antes me ha gustado. Nunca había tenido amigos, porque Anthony es algo más. Pero tú, siento que puedo confiar en ti, además Jane te dio la razón cuando te fuiste y te defendió. Y no sabes lo bien que se siente teniéndoos como amigas."Hace una pausa para mirarme y bajar la mirada."¿Sabes por qué fui ese día a veros con Anthony? Ese primer día en el instituto. Porque cuando te vi por primera vez sentí algo, como si se juntaran dos piezas, creo que el destino nos tiene algo preparado." Sus ojos negros me miran fijamente.
Sus palabras me han llegado. Y ahora lo entiendo todo. Nunca me gustó, si no es lo que dice él, estamos conectados por algo. Siempre pensé que las personas estaba echas para estar y por necesidad de otras personas.
Jane me necesitaba a mi. Alec necesitaba a Anthony. Tal vez Trece me necesitó aquella vez que le salvé del gordo cabrón. Entonces, tal vez esto que me hace olvidar por qué estoy así, qué es lo que me cambió, se arregle con otra persona. Pero, ¿podría ser Alec?
"¿Sabes? Yo también sentí eso cuando te vi, pero no sabía que significaba hasta ahora." Sonríe y es imposible no sonreirle de vuelta.
"Ahora solo queda esperar a ver lo que el destino nos depara." Se le ve emocionado, vuelve a sonreirme y cuando va a dar la vuelta para irse. Vuelve a girase.
"Prométeme, que pase lo que estaremos juntos para cuando suceda, sea lo que sea que el destino nos tenga preparado."
Asiento firmemente y le extiendo la mano.
"Trato hecho" y con una última sonrisa nos dirigimos al salón otra vez.
Volvemos a nuestras posiciones iniciales, pero esta vez Alec mucho más cerca de Anthony. Jane me echa una mirada de comprensión y me sonríe. Pero nuestro contacto visual se ve interrumpido por las carcajadas de Anthony. Y me siento rara al pensar de que le haya dicho algo sobre mi pacto con Alec.
"Otra cosa que quería saber...¿Qué es ese secretismo que os lleváis los tres desde hace una semana o así?"
Miro a Antholec (Aaah, maldita Jane que me lo pegó) y ellos me miran, entonces, esperando a que hable Anthony, Alec habla de golpe.
"Anthony y yo somos novios."
"¡ALEXANDER!" exclama Anthony rojo como un tomate.
Alec se gira y le mira.
"¿Qué? Se lo dijiste a Phoebe, es justo que se lo digamos a Jane. Además me extrañó que no se lo hubierais dicho ya."
Anthony alzó la vista y le miró."Tienes razón, aunque no esperaba que se lo soltaras así."
Alec le mira enternecido y le acaricia la mejilla. "No hay de qué preocuparse.¿Verdad?" termina preguntándonos a nosotras. Les miro sonriendo y Jane está como estaba antes.
"¿Era eso? Ya me lo imaginaba."
Todos nos quedamos mirándola sorprendidos. ¿Soy la única que no se dio cuenta?
"¿Y eso que no habéis venido hoy al instituto?" termina de preguntar Jane. Entonces Alec se pone super rojo de repente y mira a Anthony, que tiene una sonrisa en la cara, pero aún así se le nota avergonzado. Y entonces suelto una carcajada.
"Oh, no." Exclamo riendo."Sé lo que significan esas caras, no digáis nada por favor." Ellos, aún más avergonzados bajan la mirada y ahora Jane si se desconcierta.
"¿Es que soy la única que no entiende aquí las cosas o qué?"
Aún riendo miro a Jane. "Piensa Jane, es la misma mirada que ponía cuando empecé a quedarme en casa de Ian."
"Oh, otra vez pasar por esto no. Eh, chicos...no pasa nada, mejor olvidemoslo."
Ellos avergonzados asienten mientras yo aún río. Cuando empecé a quedarme a casa de Ian a dormir, y otras cosas, Jane siempre preguntaba y estoy segura que mi cara era la misma que la de Alec hace segundos. Si se quedaron en casa para hacer, cosas, no pasa nada, digo yo. Pero aún así es gracioso. Y hace tiempo que no me reía así. Esta noche me siento bien.
El ambiente es amansado por el timbre. Jane se levanta corriendo a por las pizzas, desde aquí se huelen y con pereza me levanto y voy a la cocina junto a Alec y Anthony que poco a poco van recuperando su color original.

Sábado, una y cuarenta de la madrugada.
Después de cenar estuvimos hablando y jugamos a la consola, porque no había ninguna película buena en la televisión. Nunca, en estos meses, me había sentido tan bien, es como si ese algo que se había perdido en mi hubiera vuelto. ¿Podrías ser eso capaz? Ahora, con Jane, Anthony y Alec a mi lado me siento segura y completa, ¿pero hasta cuando? o ¿hasta cuando voy a tener que recurrir otra vez al...asesinato para satisfacer mis deseos más macabros? ¿Desde cuando soy así?
Y como si fuera ya costumbre acabo dormida entre preguntas que sé que serán muy difíciles de responder.

Unos ruidos me despiertan. Noto a Jane pegada a mi y a mi derecha, gracias a la luz de la farola que entra por la ventana puedo distinguir a Anthony sobre Alec susurrando.
"Para, aquí no" dice entrecortadamente Alec moviéndose.
La silueta de Anthony se pega más a la de Alec. "Oh, vamos, esta mañana quisiste quedarte en casa porque querías que estuviéramos juntos. Bien, ahora te quiero yo aquí, ahora." Se escucha como un sonido de succión-un beso- seguido de un jadeo. Entonces al igual que me desperté el sueño vuelve de repente a mi dejándome confusa una vez más.

jueves, 20 de junio de 2013

Entrada número veinticinco:Necesidad.

Viernes, dos y media, a la salida del instituto.
"Phoe, estás muy callada, ¿qué te pasa?"
Miro a Jane, sus ojos verdes resaltan por su maquillaje, su pelo, ahora morado le queda genial. Sonrío.
"No sé." Oh sí, sí que sé. Pero no voy a decirle que tengo ganas de matar, no, no voy a decirle a mi mejor amiga que me estoy haciendo adicta a la sangre y a arrebatarle la vida a otras personas, porque cuando lo hago parece que mi propia vida vuelve a tener sentido...
"¿Te vienes a mi casa este finde? Desde ahora hasta el lunes por la mañana."
Se supone que hoy investigaría lo de Ian, pero... también debería pasar un tiempo con ella.
"Claro, pero iré más tarde, tengo que terminar un trabajo."
"Genial"
Me abraza como despedida y se va.
"Podrías llamar a...Antholec" Le grito antes de que se aleje demasiado. Ríe y asiente con una gran sonrisa. Hoy no vinieron ninguno de los dos, es raro...

Viernes, cinco y nueve de la tarde.
Terminé de comer, me cambié de ropa y le dije a mi madre que me quedaría en casa de Jane, no le hizo gracia, pero me da igual. Ahora voy a casa de Trece, creo que no lo veo desde el domingo, cuando me desmayé y eso... Ha pasado menos de una semana desde que matamos a la puta y ya necesito sangre otra vez, a veces me doy miedo. Cuando estoy subiendo las escaleras para ir al piso de Trece-es tan cutre el edificio que no tiene ascensor-me lo encuentro bajando.
"Phoe, ¿qué haces aquí?"
"Emmm...¿No íbamos a ver lo de Ian?"
Se me queda mirando y entonces abre la boca. "CIERTO. Pero tengo que ir urgentemente a hacer un encargo, ya me entiendes..."Sonríe.
"¿Un encargo?, ¿Puedo ir contigo?"
"Claro, siempre es más divertido hacerlo con alguien."
Me coge del codo, me da la vuelta y bajamos juntos las escaleras. Justo lo que necesitaba, al fin un poco de suerte en mi vida.
"¿Y quién es el afortunado?"
"Afortunada. Es una médica" Entrecomilla la palabra. "Está en el área de sobredosis y se limita a sacar información a los que vienen, si no le dan información los mata. Es como yo, pero con un cargo mayor..."
"Interesante" No sabía que hubiera una mafia tan grande en la ciudad, es agradable oírlo.
Llegamos a un centro religioso de rehabilitación, es como un edificio anexo al hospital pero para la chusma del barrio. Es gracioso que la Iglesia sea la primera en estar en contra de la discriminación, y que también lo sea para poner un centro de rehabilitación en el peor barrio de la ciudad.
"Vale, esto nos va a venir genial, finge que... no sé, soy tu novio o algo así, y pide ayuda, haz mucho escándalo, entonces les dices que estoy en ese callejón de allí. Así podremos entrar legalmente" Ríe y tocándome el hombro se dirige al callejón, pero se para y se acerca. "¿Podrás llorar?" Niego con la cabeza extrañada."Vale, perdóname esto" Antes de terminar de hablar siento algo en mi mejilla, me ha pegado. "¿Estás bien?"
Me quedo mirándolo con los ojos llorosos, ¿a qué ha venido eso?
"CLARO QUE NO ESTOY BIEN"
"Pero estás llorando, corre, vamos." Me quedo mirándolo incrédula."Lo siento, ¿vale? Es solo que tenía que parecer real..." Se aleja de mi y me quedo sola frente al edificio.
Sin otra opción, dejo salir más lágrimas y me acerco chillando.
"POR FAVOR, AYUDA. MI...MI NOVIO ESTÁ, NO SÉ, ESTÁ RARO"
Una enfermera se acerca a mi.
"Tranquila."Me pone una mano sobre el hombro. Me la quito de encima dándome la vuelta.
"ESTÁ ALLÍ...EN...EN EL CALLEJÓN. AYUDA."
Salen dos o tres personas corriendo y las sigo. Llegamos al callejón y Trece está sentado, apoyado en la pared despeinado, con los ojos cerrados y la boca abierta, respirando rápidamente.
Los enfermeros que salieron lo cogen y se lo llevan arrastrando al centro de rehabilitación, sin cuidado.
Ya dentro lo pasan a una sala, pero me prohíben entrar, cuando se alejan entro, obviamente.
Cuando entro, me da el tiempo suficiente para ver cómo se tira sobre una camilla para volver a fingir que está mal. Río.
"Menos mal que fui yo." Me acerco a él. "¿Qué haremos ahora?"
Me mira con sus ojos claros y me toca la mejilla donde antes me pegó, me sigue escociendo.
"Lo siento, de verás."
"No pasa nada...fue por una buena causa, o eso espero." Hay un silencio incómodo.
"...Bueno, pues...lo mejor será que te escondas y cuando veas el momento oportuno, sales y la sujetamos, sería mejor si la dejamos viva, pero si no podemos...la matamos."
Asiento y me voy a esconderme en una camilla que está tapada por una cortina. La habitación es como una sala de un médico de cabecera de hospital, incluso comunica con otra sala, puede servirme de algo más tarde... Hay un escritorio y dos camillas, y varios armarios con utensilios tanto útiles(bisturís, ácidos, no sé por qué hay ácidos, agujas, tijeras...) como inútiles(vendas, tiritas, trapos sucios...)
Espero un poco y veo que entra una mujer de unos treinta y pico, un poco bronceada, con una bata y el pelo muy rizado, casi a lo afro.
"JODER."Grita."ESTE ES DEL SECTOR 4, me ha tocado el gordo."
No entiendo nada. Me asomo un poco y veo como amarra a Trece a la cama. Mierda. Trece, aún fingiendo que está hasta el culo de droga me mira, pero no puedo ver exactamente qué me dice. La mujer, se asoma a la puerta un segundo y aparece con un hombre alto, de color negro, va rapado y petado a esteroides, parece un segurata.
"Mierda" Susurro, con ese ahí no puedo salir, me mataría de un puñetazo. Me asomo y veo que la tía está acercando una jeringuilla al brazo de Trece y el segurata lo está cogiendo, para, supongo, que no se escape.
Joder, no. Empiezo a temblar, estoy asustada. Trece me mira rápidamente, él también lo está. Hace una mueca, muy levemente, cuando le clavan la jeringuilla, es un buen actor. Su cuerpo en tensión se relaja inmediatamente cuando la tía le quita la aguja.
"Fuera, y pase lo que pase, ya sabes..." Dice la doctora.
El segurata se va y por fin nos quedamos solos.
Suspiro, muy lentamente y lo más silenciosamente posible. Escucho un crujido y un suspiro, la tía se ha sentado.
Haciendo el mínimo ruido posible me bajo de la camilla, cuando estoy en el suelo miro un momento a Trece, está dormido.
Salgo corriendo hacia el escritorio, la tía se levanta de la silla corriendo y se dirige hacia mí, estiro la mano hacia un carro de metal que tiene distintas cosas y cojo algo fino, largo y frío. Un bisturí, pienso. Voy hacia ella más rápidamente y veo que es un termómetro de mercurio.
Mierda, mierda, mierda. Piensa rápido.
Con el pulga de la otra mano, intento romperlo por la parte del metal, a lo mejor puedo tirarle el mercurio o algo, pero no puedo, tengo poca fuerza.
La tía se ríe de mi.
"No sé quien eres, pero si ese es tu novio...Já, poco sabes de él."
"¿Y tú? ¿Quien eres para decirme las cosas que no sé?" La odio, no sé por qué, pero la odio.
"¿Yo? ¿A tí que más te da, niñata? Cállate." Niñata, me ha llamado niñata. Concentro toda mi ira sobre el pulgar, intentando romper el frágil vidrio. La tía está con el móvil, va a llamar a alguien, va a llamar al Esteroides. Se rompe, el termómetro se rompe, tengo astillas de vidrio clavadas, pero no me importa.
Me lanzo sobre ella, le da tiempo a tirar el móvil y rodearme con los brazos, para pararme. Cae sobre la mesa del escritorio y yo sobre ella, está aturdida, es mi momento. Sin ningún escrúpulo le clavo el termómetro en el ojo oscuro. Chilla de dolor, pero se lo clavo hasta que no puedo más. Es como atravesar una oliva rellena, está blando, pero no mucho. Me gusta la sensación.
La tía, Mary, por lo que he podido leer en la placa que lleva en el bolsillo de la bata, intenta apartarme, pero no puede. Me siento bien, la puedo controlar a mi gusto, puedo hacer con ella lo que me de la gana...
Sus manos están en mi garganta, pero tienen poca fuerza, no es médica, no, no sabe dónde coño tengo la Yugular o la Carótida para poder cerrármelas. Me río, me hace gracia, yo sí sé dónde están.
Le saco el termómetro ahora lleno de sangre y se lo clavo en el otro, no quiero que vea mi cara. Grita más aún, se lo dejo ahí y bajo mis manos a su garganta, le voy a dar una clase del sistema circulatorio.
"Mary, como has suspendido, voy a darte una lección práctica, a ver si para la próxima, que no creo, apruebes. Esta es la yugular." Aprieto su yugular fuertemente. "Y esta la Carótida" Aprieto su Carótida.  La levanto un poco y le pego un rodillazo en el estómago, no muy fuerte, porque apenas tengo fuerza. Poco a poco va debilitándose y malgasta su oxígeno pidiendo ayuda. Qué ilusa. Deja de forcejear definitivamente, pero aún está viva.
Voy hacia Trece, desato sus amarres en intento reanimarlo, pero está anestesiado.
"Mierda" Se me ha olvidado cuanto tiempo puede estar una persona anestesiada con una simple inyección, no puedo con él, necesito tiempo. Compruebo que las constantes de Trece estén medianamente bien.
Saco el móvil para ver la hora, las 18:21, perfecto. Al guardarlo toco las cerillas. Genial.
Busco cualquier tipo de sustancia inflamable, un poco de alcohol etílico y ya.
Me acuerdo de las estantería que vi anteriormente y voy hacia ellas y cojo dos botes, los abro y los vacío sobre Mary.
"Lo siento, tienes mis huellas dactilares." Vierto medio bote sobre su garganta y su cara. El mercurio está sobre su piel y seguramente sobre sus ojos. Mercurio y etanol... Podría hacer  Fulminato de mercurio si tuviera ácido nítrico.
"LAS ESTANTERÍAS" Corro hacia ellas y busco entre los botes de ácido, de puta madre hay nítrico. Vuelvo hacia Mary, está inconsciente, pero viva, sigue respirando, muy lentamente.
Abro la puerta que comunica con la otra habitación que no sé a donde me llevará y cojo a Trece por las axilas, lo bajo poco cuidadosamente de la camilla y lo dejo allí, a oscuras, si pasa algo, al menos que él esté a salvo.

Me dirijo hacia la tía, abro el ácido y enciendo las cerillas, rápidamente echo el ácido y tiro todo mi suministro sobre ella, haciendo que algunas se apaguen, pero que al menos una llegue y prenda ese pequeño explosivo que formé sobre ella. Corro a esconderme con Trece, Mary está que arde, literalmente.
Me quedo esperando en la habitación, cierro por si alguien intenta entrar y enciendo la luz. Es una sala anexa, tiene salida, hacia el exterior, definitivamente hoy es mi día de suerte. Me quedo esperando en el suelo junto a Trece, su respiración está empezando a ser más normal.
Escucho gemidos débiles, se ha despertado, y siente como se está quemando.
Tras veinte minutos o así escucho la puerta abrirse, la de la otra habitación han entrado para ver qué pasa y Mary seguro que ya está muerta.

He recuperado la respiración y Trece está ya despierto, aunque un poco grogui. Lo levanto y lo saco por la puerta, estoy sudando, recién me doy cuenta del calor que hacia en la habitación. Tengo poco dinero, pero llamo a un taxi, no voy a poder ir a cuestas con él hasta su piso. El taxista nos mira mal, claro, ¿qué se espera de ese barrio? pero me da igual lo que piense, sé que no somos unos drogatas, así que...
Al llegar lo dejo en su cama, menos mal que el taxita me ayudó a subirlo al piso, le tuve que pagar más, pero al menos no lo maté subiéndolo por las escaleras. Son las 7 y tengo que ir con Jane y puede que con Anthony y Alec. 
Miro a Trece por última vez, ya está bien, se despertó en el taxi y cuando se bajó vomitó, la anestesia da nauseas. Le dejo al lado de la cama una botella de agua, un zumo y unas galletas, para que elija lo que quiera y me voy.
Me gustaría haberme quedado más y ver lo de Ian, pero mi nuevo deber como amiga me llama.
Además, es mi venganza por la bofetada que me dio.



viernes, 24 de mayo de 2013

Entrada número veinticuatro: Amistad.

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Abro los ojos y veo un techo sucio, lleno de mierda y de marcas de nicotina y humedad.
¿Dónde estoy?” digo con la voz ronca. Es el techo de Trece, sí. “¿Qué ha pasado?”
Estoy confundida pero no alterada. Me levanto, estoy en su sofá, ¿cuándo me quedé dormida?
Mejor que no te levantes tan rápido” Esa voz suave es de Trece, lo busco con la mirada y lo encuentro en una silla cerca del sofá.
¿Qué ha pasado?” pregunto mirándolo, tiene ojeras y el pelo plateado despeinado.
Creíste ver a Ian y te desmayaste. Toma, bebe.”Dice ofreciéndome un vaso de agua.
Gracias” Me lo bebo entero. “¿Era él?” Niega con la cabeza. “Lo suponía…”
Me levanto con cuidado aunque estoy perfectamente bien. Me dirijo al baño, pero antes me giro y miro a Trece, se ve cansado. “Siento las molestias”
Levanta la vista y me sonríe. “No eres ninguna molestia.”

¿Entonces dices que me caí ahí sin más?”
Sí, pensé que te habían hecho algo.” dice terminándose su sándwich. “Menos mal que no estábamos lejos, hubiera sido extraño”
¿Por?”
Piensa, ¿qué hubieran pensado si me hubieran visto contigo acuestas inconsciente?”Dice divertido. Le echo una mirada de odio, aunque estoy sonriendo.
Tenía razón, hubiera sido muy raro.
Phoe… ¿soñaste con algo?”
Em...sí. Estaba como en una montaña rusa, ¿por?”
Nada…curiosidad”
Nos volvemos a hablar en todo la cena, son las 2 de la madrugada y estamos comiendo sándwiches después de matar a la puta… Es raro, pero me gusta.
Podría acostumbrarme a esto.

Será mejor que llame a Jane…Mañana tengo clase”
Quédate, es tarde…”
Le miro, es la segunda vez que me quedaría, no me importa claro, pero no quiero molestar.
Está bien.”
Oye, ¿lo de Ian…?”
Mejor, otro día, estoy cansada” le interrumpo.
Sí, eso iba a decirte. Buenas noches.”
Igualmente.” Me quito los zapatos y me voy al sofá, es grande y cómodo, y 
ahora está limpio.
Antes estaba lleno de sangre, de Trece. Ahora apenas veo manchas de sangre. 
Me alegro.

Despierto con la luz dándome directamente en los ojos, tendría que haber     
dormido hacia el otro lado. Me levanto, me calzo y me asomo a la habitación de 
Trece, duerme abrazado a la almohada, sonrío. Parece tan débil. Le escribo una 
nota diciendo que me he ido y cojo un zumo de la nevera para el camino, no creo
que le moleste, esos los traje yo hace unos días.

Llego a casa de Jane y toco su ventana, queda menos de una hora para que empiecen las clases.
¿Phoebe? ¿Qué coño haces a estas horas aquí?” Pregunta en pijama abriéndome la ventana, paso y me siento en la cama.
Dormí fuera…”
Entiendo” Me mira y me abraza, aún está caliente de estar en la cama toda la noche. Se levanta y me da un beso en la mejilla antes de abrir su macroarmario y sacarme una camiseta de tirantes en acuerdo con mi estilo de ropa.
Gracias” digo cambiándome frente a ella.
Eres una pervertida, me vas a poner dura a estas horas de la mañana” dice poniendo voz de chico.
Idiota” Amo sus chistes fáciles pervertidos.
Se cambia y salimos andando hacia el infierno. Menos mal que queda solo un par de meses para acabar.
¿Estás mejor?”
¿Qué?” pregunta extrañada.
Sí, ya sabes, de tu constipado.”
Ah, bueno, la verdad es que ayer falté porque estaba desganada” Dice riendo.
Eres increíble, por cierto, si mi madre pregunta, hoy dormí en tu casa.”
Jane me mira con una sonrisilla en la cara, pero no pregunta nada y asiente.

Ey, espera. Ahí están Antholec” dice poco después.
Miro, efectivamente por una calle a la derecha se acercan los dos hablando de dios sabe qué.
Para de llamarlos así” digo indignada, a broma.
No.”Saca la lengua y corre hacia ellos.
Cuando llego Anthony está abrazando por los hombros a Alec y Jane está gritando algo.
Hola”
Buenos días Phoe” dice Alec sonriendo, sus marcadas ojeras siguen donde siempre, al igual que su alborotado cabello oscuro.
Sonrío, su sonrisa es pegadiza, Anthony me mira y levanta la cabeza a modo de saludo, Jane me mira extrañada. Entonces suelto una carcajada, mentalmente, no quiero que me tomen por más loca de lo que soy.
¿Todo bien ayer?”
Alec abre la boca para hablar pero Anthony le gana.
Sí, yo estoy perfecto, pero Alec…”baja el tono de voz hasta que se le apaga y mira a Alec con preocupación, pero a la vez con cariño. Ahora que sé lo que hay entre ellos, sé interpretar cada gesto. ¿Así era con Ian y yo?
Bueno…yo vuelvo a tener anemia, pero nada más” dice bajito, casi avergonzado.
Jo, cuanto lo siento, espero que mejores.”
Sonríe satisfecho, ¿qué tiene Alec?
Hey, hey, ¿qué me he perdido?”Dice Jane parándose y dándose la vuelta.
¿Qué?” pregunta Anthony apartando el brazo de Alec pero aún manteniéndose cerca.
Estáis raros, antes no hablabais tanto”
La soledad hace amistades” dice Alec mirándome y ambos reímos, confundiendo más a Jane y ahora a Anthony.
Ahora todo es perfecto.
No, aún falta Ian…Y ver qué fue lo que me cambió.

sábado, 20 de abril de 2013

Entrada número veintitrés: ¿Sueño?


Siento una mano sobre la mía, es Trece que me aparta la mano del cuello de la puta. No estoy en shock, simplemente fascinada.

“Murió con su propia mierda” dice riendo y dejando la jeringuilla sobre su mano, casi rígida del recién ser inerte.
Levanto las comisuras de los labios, es gracioso, pero a la vez no me hace gracia, me quedo mirándola. Tiene tetas de silicona.
“¿Estás bien? Estás muy pálida”
Le miro, ha recogido todo, no quedan pruebas. La puta sigue teniendo abiertos los ojos. Me mira fijamente.
“Sí, creo que sí, ¿Nos podemos ir? No quiero arriesgarme a que nos vea alguien”
“Por supuesto, vamos”
Salimos sigilosamente, ya es de noche, hace fresco, pero no frío, me gusta la primavera, por la temperatura. Dicen que la sangre altera, puede, pero a mi seguro que de otra forma. No me sentí diferente en primavera cuando estaba con Ian.
Ian, otra vez, cada vez que lo nombro es como si hubiera muerto, creo que esa muerte no la superaría. Miro a Trece, va por delante de mí, su pelo ceniza se le pega al cuello, está sudado.
Me llevo la mano al pelo y me quito la bandana que lo recogía levemente, está sucia, pero no me importa, es negra y solo se aprecia la mierda si la ves de cerca, es irónico soy como esa bandana, a simple vista parezco normal, pero te acercas más a mi y ves que estoy casi podrida.
También sudo, e hiperventilo, ¿desde cuando?
Pasamos por enfrente de un escaparate, me miro, doy asco. Mis ojos claros están invadidos por mis pupilas dilatadas, parece que he sido yo la que me he drogado, tengo el pelo desordenado y mis ojeras me gustan, son enormes y oscuras. Aprieto el paso y llego a la altura de Trece, pasamos un paso de cebra y veo, a lo lejos, a un cabello pelirrojo.
“Ian” susurro.
“Phoebe, ¿qué pasa?”
“Ian” digo señalando al horizonte. “¡IAN!” grito. La cabeza se da la vuelta y aprieta el paso, corro empujando a un anciano, solo me importa Ian. Le veo cruzar un callejón, unas manos le atrapan y se adentra allí. Entro también al callejón.
“¿Ian?”
La cabeza roja se da la vuelta, es un travesti, no es Ian. Siento algo subir desde la planta de los pies hasta la cabeza, es como un pequeño mareo con una leve presión en el cráneo, parece hambre, un hambre voraz, pero no lo es, aunque intento convencerme de que lo es.
Cierro los ojos para parpadear.

Estoy en una sombra negra. No, es un cielo sin estrellas. Hay viento, mucho. No, no es viento, es que voy muy rápido, estoy sentada en algo. Hay un ruido ensordecedor y conocido. ¿Estoy en un montaña rusa? Se aclaran las vías y un poco el vagón, caigo en picado en una vía sin fin, no veo el final. No tengo vértigo. Me gustan las montañas rusas, esta no. Es un sueño sí, ¿pero cuando me dormí?


miércoles, 27 de febrero de 2013

Entrada número veintidós: Asesinos.


Mismo día, sobre las siete de la tarde.
“¿Hacía donde vamos?” pregunto, por simple curiosidad. La verdad es que no estoy nada nerviosa ni acojonada por lo que vamos a hacer, más bien estoy un poco emocionada, pensar en la sangre que puedo ver me emociona, es que pensar en el gordo muerto al lado mío me pone de buen humor. Al parecer matar personas mentalmente me ha empeorado la mente.
“A un bar barra sitio para vender drogas ilegal”
“¿A qué tipo de personas sueles matar?
“Sobre todo a camellos que arruinan a mis aliados ”
“Digamos que eres como el ángel redentor”
Rie.
“Si lo ves así... Mira, llegamos, ves a aquella de pelo largo. Esa que está en las esquina magreándose con alguien”
“Sí, ¿es ella?” Asiente.
“Vamos a esperarla aquí”
Nos quedamos observándola hasta que se va detrás de un callejón con el tío con el que se estaba pegando el lote. Trece me hace una señal con la mano para que le siga, vamos hacia el callejón, no están. Se han metido en la puerta trasera de algún sitio. La puerta está entreabierta, entramos.
Es una pasillo con varias puertas, apenas hay iluminación. Vemos desaparecer a la puta por una puerta al final. Nos acercamos a ella, se pueden escuchar como están follando.
Esperamos escuchando los sonidos sucios hasta que terminan. Se escuchan sonidos de ropa y sale el tío de la habitación.
“Perfecto”susurra Trece sonriente.
Entramos. La tía está tapada por una sucias sábanas durmiendo. La habitación tiene una cama en el centro, un tocador y un armario, este está abierto y solo se ve ropa interior. El tocador está lleno de potingues baratos. Trece se asoma debajo de la cama y saca una bolsa de tela. La abre y está llena de agujas y heroína. Es un camello de heroína, no sabía que todavía tomaban esas drogas duras.
“¿Qué vas a hacer con eso?”
“Mi trabajo, ¿tienes cerillas?”
“Emm no, pero llevo un mechero...”-Últimamente había salido mi lado pirómano y siempre llevaba algún mechero o cerrilla encima.
“Genial, ayúdame entonces”-Saca un recipiente de metal y una botella de agua de la bolsa. “Vaya, esta estaba lista para ser usada, tenemos suerte”
Echa un poco de agua en el recipiente, tiene forma de cuchara, pero no es una cuchara.
“Pon el mechero debajo y caliéntalo”
“Sé cómo hay que hacerlo”
“No sabía que te drogabas.”
“No lo hago, simplemente me fascina el tema”-Digo mientras coloco el mechero debajo. Cuando el agua comienza a burbujear echa un sobrecito al recipiente y lo remueve con una jeringuilla. Cuando ya está todo mezclado y forma una pasta semifluida color marrón le agrega la aguja a la jeringuilla y absorbe toda la heroína, dentro de ella hay algunas burbujas.
“Oye, te has dejado aire dentro”
“Calla o se despertará.” En en aire hay un olor dulzón y rancio.
Nos acercamos a ella. Trece le tapa la boca con algo de ropa interior que había en el suelo. La destapa y saca uno de sus brazos dormidos. Por curiosidad le levanto los párpados.
“Hey, tiene las pupilas superdilatadas”
“Jé, está de droga hasta el culo.”
Le miro el cuello, me acuerdo de mi antigua obsesión por los vampiros. El pulso le late rápido y puedo verlo a través de la piel de su garganta.
“Tengo una idea”-Trece deja de prepararle la vena del brazo y me mira. “¿Por qué no se la inyectamos en el cuello?”
La examina un momento y asiente.
“Buena idea”-Me pasa un guante. Le miro extrañada. “Más vale prevenir que curar”
Me lo pongo y cojo la jeringuilla. Le acerco la aguja al cuello, es tan fina que es muy fácil que atraviese la piel. Lentamente, disfrutando del momento se la clavo, en toda la yugular. Recojo un poco de sangre, coloreando la heroína y se la inyecto poco a poco, burbuja de aire incluida.
La miro, el maquillaje está corrido, ahora mismo tiene los ojos abiertos, llenos de pánico. Trece la sujeta, no puede moverse. Al los pocos segundos se escucha un “plop” La burbuja le llegó al corazón haciéndolo explotar.
Con una mísera mota de aire en las venas puedes matar a cualquier ser vivo. Es una de mis maneras preferidas de matar. Y hoy la he cumplido.

domingo, 24 de febrero de 2013

Entrada número veintiuno: Asesino.


“¿Asesinas gente?,  ¿formas parte de una mafia?”
“Algo así, cuando llegué aquí, sin saber quien era, los camellos del lugar me dieron cobijo, hasta que más o menos me recuperé. Entonces me dijeron de que si me aliaba"-entrecomilla la palabra con los dedos- “con ellos, me darían cobijo y seguridad”
“¿Pero son de fiar, osea, cómo sabes que no te harán nada?”
“Llevo ya vario tiempo con ellos, no es cuestión de si son de fiar o no, es de que no me maten por la noche mientras duermo”
Duras palabras. Trece pasaba por muchas cosas.
“Y, entonces, ¿qué tienes que ver tú con lo del asesino?”pregunto confundida, hoy estoy un poco ida.
“¿Ves esto?”-me ensaña una lista con nombres, su letra parecen garabatos, pero la entiendo. Asiento.-”Pues es, digamos, mi lista negra. Aquí es donde pongo a los que tengo que matar.”
“Y...¿en qué te podría ayudar yo?”
“Ya matemos al gordo, podrás con otro...”
“¿El gordo estaba en tu lista?”
“No”-ríe-“ Ese cabrón solo me llevaba molestando varios días, se lo merecía... Entonces, ¿vas a venir? Se hace tarde.”
“¿Después podremos buscar a Ian?”
“Claro, tengo contactos.”
Sonrío.

viernes, 22 de febrero de 2013

Entrada número veinte: Cotilleos.


Cuando llego a casa de Trece abro directamente, sin llamar, me dio una llave. Todo está silencioso, me asomo a su cuarto, está como siempre, la cama sin hacer, la ropa tirada por el medio, la recojo y la dejo en un rincón, me acerco al baño que hay dentro de su cuarto.
“¿Trece?”
“¿Ebe, eres tú? Estoy en el estudio.”
Me dirijo hacia allí.
Ahora el cuarto está mucho más ordenado, casi que le obligué a hacerlo, parecía su madre.
“¿Qué haces?”
“Trabajo, ¿de algún modo me gano la vida no?”Levanta la vista, sonriéndome.
“¿Tienes dieciocho?” La verdad es que no sabía su edad.
“Diecinueve para ser exactos.”
“Ya te vale, y no me dices nada. La gente puede pensar que eres un pedófilo, solo tengo 17”
Reímos, es muy alegre, cuando lo vi matar al gordo no pensé que sería así.
“¿Qué tal el día, en tu querido instituto?”dice irónico.
“Muy aburrido, hoy Jane no estaba, ni Anthony, así que estuve sola con Alec” Trece está al corriente de todo.
“¿Te lo tiraste?”
“Claro que no.” Ríe, no me hace gracia.
“Además, Alec y Anthony son novios.”
“Lo sabía.”
“¿y por qué no me dijiste nada?” digo medio chillando.
“Pensaba que te lo imaginabas, yo incluso sin haberlos visto lo supe” Le miro con odio.
“¿Hablasteis de algo al menos?”
“Sí, me dijo que Anthony estaba en el hospital, por un accidente que tuvo de pequeño. Pero no me atreví a decirle, eso. Y ahora menos que sé que está con Anthony.”
“¿Pero sientes algo?”
“Algo, pero no sé el qué. Además me preguntó por Ian y fue como si me hubieran tirando una bomba a la cara”
“¿Le echas de menos?”
“Mucho”las lágrimas amenazan a mi ojos, quieren salir.
“Búscalo, haz algo. Si quieres te ayudo.”
“No, hoy tienes trabajo...”
“Tienes razón, pero si me ayudas, podemos hacer las dos cosas”
“Está bien, ¿de qué trabajas?”
“Asesino gente”

miércoles, 20 de febrero de 2013

Capítulo diecinueve: Unidos.


“Y, entonces, ¿de qué son las revisiones?”
“Ah, sí, al final eso no lo dije. Cada año, vamos a revisión, él va por sus pulmones y costillas, como era pequeño los huesos se pueden, digamos que romper, cuando crece, o pueden abrirse los puntos que tenía en unos de sus pulmones perforados.” Eso me recordó a la maestra de lengua de Trece
“Pobre, me alegro de que esté bien”
“Bueno, y yo voy a lo de mi anemia, hace poco tuve de nuevo y los médicos no quieren que recaiga”Llegamos al parque y nos sentamos.
“Bueno, espero que estéis bien los dos, pero ya mañana me cuentas. ¿Vale?”
Me mira y asiente sonriendo.
“Y, bueno, ¿quién es el chico al que vas a ver? Un familiar, un amigo.” Sonríe divertido.
“Noo, solo es eso, un chico al que ayudé hace tiempo y quería visitarlo para ver como estaba. Nada más.”
“Está bien, está bien. No debería de decir esto, pero, ¿sabes algo de Ian?”
Ian, la sola palabra hizo que me mareara, no sabía nada de él. Necesitaba saber algo. Quería saber si me odiaba por lo que le hice.
“...no. No sé qué hacer.”
“Lo siento, no debería haber dicho nada.”
“No pasa nada, solo me gustaría saber quien te lo dijo”
“Anthony, Jane le habló de que te veía rara últimamente y pensó que habías vuelto con Ian, pero parece ser que tu alegría se debe a otra cosa...”
“Sí, todo sería perfecto si supiera algo de Ian, pero no todo es siempre de color.”Me mira comprensivo y me abraza. Me dan ganas de llorar.
“Es genial que ahora hablemos, sabía que serías así de simpática. Me caes bien.”Sonríe.
Es una buena ocasión para decirle lo que siento por él, siento que voy a explotar por momentos si no se lo digo.
“Alec, yo...”Intento decir, pero son apenas inaudibles.
“¿Ese es Anthony?... Sí, parece que es él.”dice mientras esboza una sonrisa. Una figura negra, con cabeza dorada, se acerca a nosotros, está como a 50 metros y se acerca a paso rápido. Alec va a su encuentro. Se quedan a una distancia en la que puedo oírles, pero ellos piensan que no.
Está mal espiar, pero no puedo hacerme sorda de repente.
“Anthony”escucho gritar alegre a Alec, le abraza. Parece que están muy unidos. Anthony es un poco más alto que Alec. Alec apoya su cabellera negra en el hombro del rubio.
“Yo también”responde Anthony en respuesta a algo que no pude escuchar. Anthony lo separa “Sabes, hoy hacen diez años de la primera vez que nos vimos. El tiempo pasa muy rápido, me alegro de haberte conocido” Anthony parece orgulloso, y Alec asiente sonriendo,se acerca para decirle algo al oído... No, se acerca y le besa. Sí, están muy unidos. Se quedan varios segundos juntos, pero es Alec quien se separa esta vez. Mira hacia mí. Bajo la vista rápidamente.
“Anthony, está aquí Phoebe”
“Vamos Alec, qué más da. Es nuestra amiga,  si nos dice algo es que no lo es. Anda vamos. Al menos quiero saludarla.” Anthony siempre ha sido el simpático, es como Jane, Alec es como yo.
Anthony le coge de la mano y se acercan a mí. Hago como si no he visto nada. Aunque la verdad es que no me importa lo que haya entre ellos dos, solo espero que estén bien.
“Hola Phoe”Jane y él son los únicos que utilizan el diminutivo.
“Hola. Espero que estés bien, Alec me contó que...”
“Sí, gracias por preocuparte. Esto...Phoebe, como has visto Alec y yo, bueno, somos pareja.”
“Sí, me lo imaginaba. Hacéis buena pareja.”
Alec levanta la vista del suelo sonriente, parece que sus ojos se han iluminado de repente. Anthony también sonríe. Sí, hacen muy buena pareja.
“Bueno, debo irme, me están esperando, nos vemos mañana, suerte con la revisión.”
Ambos se despiden de mí con la mano que tienen libre. Mientras me voy escucho a Anthony decir, “¿Ves? Phoe es genial ,sabía que no diría nada, no debes preocuparte tanto, venga, vamos al hospital.”
Me dirijo a casa de Trece. Pienso en Ian, hace mucho que no sé nada de él. Le echo de menos.

martes, 19 de febrero de 2013

Entrada número dieciocho: Cambios


Varios meses después, lunes, hora del recreo.
Desde el día en el que Trece me dijo lo de su mejor amiga, ya nada es igual. Todo parece haber cambiado a mejor. Estamos muy unidos, con él puedo ser realmente yo, me está ayudando, hace de psicólogo y de interpretador de sueños. Es genial, yo en cambio le ayudo a adaptarse un poco a esta sociedad y a mantener su casa limpia, también dice que gracias a mí alguien sabe cómo es realmente y que puede confiar completamente en mí.
Hoy Jane no vino, está constipada, además es alérgica a la primavera. Ella ha notado que estoy mejor, y ahora está más alegre, me preguntó que si no me molestaba quedarme sola con Antholec, le dije que no, que creo que ya se me pasa esa extraña fijación por Alec, aunque es mentira. El día ha sido una mierda. Bajo desmotivada al sitio de siempre. Espero a que pase el tiempo, sin Jane todo es aburrido.
“Hola”-dice alguien débilmente. Es Alec. Mi respiración se acelera. Soy idiota. Me giro hacia él.
“Hola”-intento dibujar una sonrisa en mi rostro. “¿No está Anthony?” Niega con la cabeza. “Pues hoy estamos solos...”
Se sienta en el sitio de Jane, más cerca de mí, abre la mochila y saca dos sándwiches  A uno de ellos le retira la piel de aluminio sin compasión, haciendo gritar al pobre bocadillo silenciosamente, luego lo destripa, para ver de qué está relleno, lo vuelve a cerrar y le arranca un miembro con los dientes. Es caníbal de bocadillos, debería ser juzgado por los bocajueces. Me río de mi propio chiste, pero mentalmente.
Alec me mira, las ojeras sobre sus ojos son más visibles hoy. Parece enfermo. Me sonríe tímidamente.
“¿Quieres?”dice señalando el otro bocadillo, dispuesto a morir de la misma forma que su compañero. “Era para Anthony, pero no vino.”
“¿Por qué compartís almuerzo?
“No como mucho. Tómatelo.” Vuelvo a negar. “Por favor, no quiero tirarlo.” Le miro, sus ojos son totalmente negros, como su pelo. Su nariz es redonda y sus labios finos. No puedo negarle algo a alguien como él.
“Está bien”-Me lo da mientras sonríe, enseñando todos los dientes. Es genial.
Cuando acabamos estoy de mejor humor, el bocadillo estaba genial y ambos estamos sonrientes, como si acabáramos de tener sexo. Se me revuelven las tripas solo de pensarlo. Es raro que me atraiga pero que no pueda pensar en tener sexo con él.
“Y...esto....hoy te veo diferente, nunca antes habíamos hablado”-dice de una forma muy graciosa.
“Sí...la soledad hace amistades”-suena el timbre, nos levantamos inmediatamente. “Nos vemos a la salida” Asiente y se despide con la mano mientras va hacia el lado contrario que yo.

Tres horas después.
Llego a la salida del instituto, Alec me espera en la puerta, me quedo a su lado.
“No coges el bus”
“No, voy a casa de un amigo”-he quedado con Trece.
“Tal vez suene raro de decir, pero, ¿puedes acompañarme hasta el parque del centro? Anthony acaba de salir del hospital y me dijo que quedara allí con él”
“Claro, me pilla de paso."-comenzamos a andar hasta el centro de la ciudad, yo vivo en las afueras, el instituto está en un termino medio, pero más cerca del centro. “Dices que Anthony está en el hospital, ¿sabes si está bien?”
“Sí, sí, solo fue a por una revisión, yo la tengo esta tarde”
“¿Revisión?”
“Sí, tal vez suene raro de decir, no sé. Tuve anemia hace mucho, de pequeño, pero una anemia muy fuerte, estuve varios meses en el hospital, no mejoraba. Allí conocí a Anthony, él estaba por un accidente de tráfico. Ingresamos en el hospital el mismo día. Nos hicimos amigos, muy amigos, es genial que alguien me entienda tan bien. Sus padres muriendo en el hospital por culpa del accidente, él sobrevivió por suerte. Se vino a vivir con nosotros, estamos muy unidos, la verdad es que no sabría qué hacer sin él... Lo siento, te ha dado una charla sin venir a cuento.”
“Oh, no pasa nada. Debe de ser bonito tener una amistad así. Jane y yo también estamos muy unidas” Creo que eso fue innecesario de decir.
“Bueno, no sé, es que lo  nuestro es especial”-dice muy tímido.
¿Especial? Decido dejarlo.

viernes, 15 de febrero de 2013

Entrada número diecisiete: Sangre ajena.


“¿Crees que nos descubrirán si ven al cadáver?”
“Nah, los polícias de ahora son unos vagos, no te preocupes Ebe”
“¿Ebe?”
“Sí, a partir de ahora te llamaré Ebe, Phoebe es muy largo”
“Lo qué tú digas”
Unos pulmones en la mano, alguien con un destornillador clavado en el pecho, todo me viene a la mente, en forma de flashback. Es mi sueño, es lo que soñé hoy.
“¿Eh, te pasa algo? Has puesto de repente una cara muy rara”
“No, solo acabo de recordar mi sueño”
“¿Qué soñaste?”
“Soñé que de tanto toser escupía mis pulmones, con la tráquea y todo, y mientras que me golpeaba en el pecho para que el corazón me siguiera latiendo iba a la cocina, donde estaba mi madre y le decía que me llevara al médico, pero ella no me hacía caso, entonces me tragaba mis propios pulmones, pero me moría por que se deshacían con el ácido de mi estómago. Luego, creo que mataba a alguien con un destornillador”
“¿Hay destornilladores en tu cocina?”
“Sí... creo que un armario, en donde guardamos chismes”
“Pues ya sabes a quien mataste, a tu madre, por no llevarte al hospital”
Muy buena, no puedo evitar reir. Yo, matando a mi madre con un destornillador.
Sería digno de ver.
“Y tú, ¿soñaste algo?”-pregunto curiosa.
“Bueno, más bien recordé en sueños.”-dice bajando la mirada a su taza ya vacía.
“¿Puedo... saber qué era?”Me mira, me estudia con la mirada, al principio pensé que sus ojos eran verdes, pero en realidad son azules verdosos.“¿Por qué me miras así?”
“Es que eres la primera persona que lo sabrá”
“¿El qué? Yo... perdona si parezco muy cotilla, lo siento”
“No, no, la verdad es que me gustaría contárselo a alguien” Le miro, dando a entender que continúe.
“Hace tres o cuatro años, estaba en mi instituto, cabreado porque la de literatura me puso menos nota de la que merecía. La verdad es que cuando era más pequeño era el típico empollón sin apenas amigos. El caso es que a final del día, se armó un follón en la parte delantera del instituto, las escaleras qué llevaban al exterior estaban petadísimas, como pude salí, odio las aglomeraciones de personas, y vi lo que pasaba. Toda la gente miraba al techo del instituto, en la azotea, había una chica rubia, bajita, en el borde. La reconocí al instante, era de mis mejores amigas. La vieja de literatura me apartó y se quedó justo debajo de la chica para hablarle a gritos. No le hizo caso, se precipitó al vació casi al instante. Cayó sobre la bruja de literatura. Le aplastó varias costillas que le perforaron el pulmón, murió a los pocos días, mi mejor amiga murió de un traumatismo. Se abrió la cabeza en el asfalto, pude ver como su cerebro saltaba hacia mi. Fue horroroso. Fui corriendo a casa. A partir de ese día soy así.”
Trece se ve triste, no le conozco mucho, pero esa sensación no va con él, es como si su fortaleza se hubiera derrumbado, me da pena. Ahora sé realmente cómo puede llegar a ser en sus dos extremos. No sé qué decir.
“La verdad es que no sé que decir en estos casos, lo siento...”
Me miró y sonrió. “No pasa nada. ¿Sabes cómo se olvida la sangre ajena? Con más sangre.”

viernes, 8 de febrero de 2013

Entrada número dieciseis: Tostadas y café.



Me despierto, la luz me da justo en la cara. Me tapo los ojos con el brazo derecho. Veo negro. No es que vea nada, tengo los ojos tapados y tengo la sensación de que veo negro, pero...en el fondo de ese negro se ven figuras blancas, me concentro en ellas, se mueven, intento imaginar un simple círculo blanco, no lo visualizo, simplemente lo imagino detrás de mi cerebro. ¿Será ahí donde reside la imaginación? Me aburro del tonto juego, me destapo los ojos y los abro, veo manchas, van desapareciendo mientras parpadeo.
El piso a la luz del sol mañanero está más sucio, da incluso algo de repugnancia. Hay sangre y otras manchas en la moqueta azul y en el techo, la luz fluorescente está manchada por los pobres bichos que cayeron en la malvada trampa luminosa. Me levanto, tengo ganas de ir al aseo.
Hay tres puertas en el pasillo, y una sin puerta, solo el marco, esa es la cocina, la de enfrente es un estudio lleno de libros y cajas, la de al lado es la habitación de Trece, está abierta y puedo verle durmiendo, la del final del pasillo tiene que ser el aseo. Entro, no está tan sucio como me lo esperaba.
Cuando salgo del baño, huelo a comida, entro a la cocina, tiene una mesa de plástico con dos sillas, hay una barra que da al salón, las encimeras, la hornilla, el fregadero, el frigorífico etc. son de mala calidad.
“Te lo montas guay, ¿eh?”digo fingiendo la jerga callejera.
“¿El qué?”dice mirándome.
“Tú casa, es muy exquisita para este lugar de la ciudad, te tiene que haber costado mucho money”ahora imito a un rico.
“Para, o me entrarán ganas de matarte”¿cómo al gordo? No, yo prefiero morir de otra forma.
“Okay, okay, lo siento. ¿Qué haces?”
“Tostadas, en la sartén y café. ¿Te apetece?”
“¿Dijiste café? Creo que te amo.”reímos.
“Coge unas tazas y unos platillos del fregadero o del armario de arriba y siéntate en la mesa”
En el armario de arriba, el platero, no hay nada de lo que busco y en el fregadero está todo sucio.
“Lo hiciste a posta”digo mientras friego con agua fría un par de platos, vasos y cubiertos.
Ríe a carcajada limpia. Parece un chico normal, nada comparado con lo que vi ayer. ¿Daré yo esa impresión a partir de ahora?

jueves, 10 de enero de 2013

Entrada número quince: Insomnio.



No puedo dormir.
Y no es porque esté incomoda o algo semejante, simplemente no puedo dormir, tengo insomnio.
No, tengo Insomnio Familiar Fatal.
Cierro los ojos, me pesan pero no puedo dormir, me doy la vuelta, me tapo entera con una manta que había en el sofá, me destapo, me vuelvo a girar, encojo mis rodillas como si fuera un feto, estiro las piernas, me pongo bocaarriba, bocabajo, no caigo dormida.
¿Qué pasaría si muriera de Insomnio Familiar Fatal?
Imagino que lo tengo.
Llevo días sin dormir, solo entro en un letargo en el que imagino cosas, pero en el que no descanso, los médicos han perdido la esperanza en mí, un día, cuando esté en el letargo caeré en el coma y nunca regresaré. Nadie llorará por mi, nadie me recordará, solo Trece que asqueado me tirará por la ventana al ver que no despierto.
El IFF es genético, si se muere tu abuelo, tú vas detrás. Si fuera médico me gustaría estudiar enfermedades así.
El IFF no te deja dormir, no crea la materia gris que hace que tu cerebro caiga en modo vigilancia para que tú puedas dormir, lo leí en wikipedia. Cuando llevas mucho tiempo sin dormir te crea alucinaciones y puedes acabar muriéndote de un infarto, eso lo vi en un programa de televisión.
Si supiera de química crearía los genes defectuosos que hacen a la gente tener el Insomnio Familiar Fatal y se los implantaría a la gente que quisiera matar, o por diversión.
Aunque... creo que los genes no se pueden implantar. Quien sabe, también inventaré eso.
Inventaría un método que cogería las células madres de un individuo y cambiaría la genética de esa célula madre, poniendo mi gen “malvado” y cuando le volviera a trasplantar esa célula el individuo no tardaría en generar más de esas células y pum, muerto.
Pero yo no experimentaría con ratas, no, pobres ratas, yo con humanos, con la escoria humana, sí.
Imagino que mientras experimento alguien descubre mi plan, pan comido, lo mataría, ¿cómo?
Ya maté, o ayudé a hacerlo esta noche, ¿qué más daba uno más?

lunes, 7 de enero de 2013

Entrada número catorce: Hogar.

Había matado a una persona, o por lo menos ayudado a matar.
Siempre imaginaba la muerte de las personas, pero nunca pensé que me sentiría así.
Me sentía genial, cómo si me hubiera quitado un peso de encima, toda esa sangre...
“¿Dónde dormirás?”me pregunta Trece después de las presentaciones.
“Tenía pensado en este callejón, pero creo que ya no es buena idea”
“¿No tienes casa?”
“Sí, claro que tengo, pero hoy, digamos que me escapé”
“Ven, puedes dormir conmigo” dice después de tenderme la mano.
“Ehh... esto...”
“Me refería en mi, hogar”
Alarga la mano que me tendió y cogiéndome de la muñeca me lleva por el centro, por las calles más desérticas, pasando delante de gente, indeseable hasta un apartamento un poco viejo.
Su piso irónicamente es el 13-B
“¿Realmente te llamas Trece?” pregunto mientras abre la puerta del apartamento.
“Sí, no recuerdo el nombre que me pusieron mis padres, así que decidí mi propio nombre”
“Apuesto a que te lo pusiste cuando tenías trece años”
Ríe y consigue abrir la puerta, invitándome a pasar.
Su apartamento me recuerda a mi habitación, desordenada, pero a su manera, es agradable.
“Te ofrecería la cama pero está sucia y llena de sangre, me da pereza cortarme en el baño, hace frío.”
“A mí me gusta el frío.”
“Genial, entonces, no te quejarás al dormir en el sofá.”
Me señala donde está, me despide con un gesto parecido al de los militares, pero solo con dos dedos y se va. Me gusta, me gusta la gente así. Creo que nos vamos a llevar bien, muy bien.