miércoles, 7 de noviembre de 2012

Entrada número tres: Vida


Domingo, siete de la tarde.
Todo es como un orgasmo.
La noche otoñal nace oscura como el carbón por mi izquierda. El día muere en colores como la sangre por mi derecha y el solo de guitarra trona en mis oídos.
Los auriculasres están al máximo, y los necesito mucho más altos para dejar de pensar.
¿Para qué nacemos?
¿Qué hacemos en la Tierra?
¿Cuál es nuestro propósito?
¿Para qué vivir si vas a morir igualmente?
La vida es tan efímera.
Vas un día en el coche feliz, alguien comete un error y a los dos días puedes estar durmiendo para siempre.
Bajo Tierra.
O simplemente te cruzas conmigo en un mal día.
La lluvia cae y resbala por una ventana, haciendo el atardecer mucho más hermoso.
Me gustaría ser agua, tan libre, sin preocupaciones, morir evaporada, para luego resucitar poco después y volver a caer a Tierra.
¿Pero qué digo?
Sé que lo único que podré llegar a ser es poco más de lo que soy ahora,
El agua cae más fuerte ahora, no me importa en absoluto, solo quiero olvidarme de todo.
Dejé a Ian por alguien en el que no puedo dejar de pensar y ni siquiera conozco, mi madre me echó de casa, ¿qué puedo hacer si no juntarme con mi deseo más raro?
¿Qué puedo hacer si lo único en lo que pienso es en muerte, en mi propia muerte?
¿Qué puedo hacer si estoy aburrida del mundo, de mí misma y mis pensamientos son tan oscuros cómo la nube que hace que el reloj que marca el tiempo para ponerme enferma se pare?
Corro, queriendo alejarme de mí, de todo mi ser, queriendo fusionarme con la lluvia.
Y luego caigo, caigo en el barro como si eso representara mi atadura a la Tierra.
Me quedo tirada allí por mucho tiempo, queriendo olvidarme de todo, Queriendo morir de una vez o al menos encontrar la solución para reír sin tener que fingir.
Y me levanto, me levanto del barro, sucia y sonriendo, riéndome de la lluvia, del barro, de mí misma.
Pensando en mi próximo movimiento. Mi casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario