domingo, 25 de noviembre de 2012

Entrada número nueve: Vampiros.


Lunes, sobre las seis o siete de la tarde.
Acabo las tareas, todo es tan monótono, siempre es igual.
Instituto, comida, deberes, ayudar en casa, cenar y a la cama.
Desde ayer estoy muy pensativa, por Ian y eso, me dio miedo, no quiero que le pase nada.
Llevo todo el día pensando en lo que le puede haber pesado, desde una simple alergia, es alérgico a la penicilina, hasta una invasión zombie en su casa.
Eso molaría, lo de los zombies y tal, juntos con los vampiros son mis criaturas preferidas.
Es que los vampiros tiene un no sé qué, que me llama tanto. Su palidez, esa elegancia, y la manera de alimentarse, es qué, daría lo que fuera por ser un jodido vampiro, eso tiene que ser lo mejor del mundo, solo salir de noche, para matar gente, y beber su sangre, y... Daría lo que fuera por ser un maldito vampiro. De verdad.
Jane e Ian siempre se burlaban conmigo sobre eso, porque yo siempre, cuando menos se lo esperaban, me tiraba hacia ellos y les mordía el cuello o algo, eran bueno tiempos.
Ya eso no lo hago, lo de morder y tal.
Un día estaba con Ian, y pues, nos dejemos llevar y eso, en ese momento yo ya tenía la manía de morder los cuellos, me sentía como una autentica vampira, nos estábamos excitando y me puse a morder su cuello, pero muy suavemente, pero me puse a pensar en la sangre y eso, y le mordí fuerte. Cuando me di cuenta de lo que hacía me aparté de él y le pregunté qué tal estaba. Él me dijo que bien, pero no me lo creí le había hecho daño. Ese fue el último día que mordí a alguien.
Aunque aún sigo moridendome a mi misma, sobre todo el labio inferior o el dedo pulgar.

Mismo día, por la madrugada.
No puedo dormir, solo puedo pensar en Ian y en vampiros ensangrentados. Realmente tengo un problema.

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