miércoles, 18 de junio de 2014

Entrada número cuarenta: Visita II

Mismo miércoles, dos y veinticuatro de la tarde. 

Después de contarle a Trece lo que pasó con la madre de Jane, nos dirigimos al piso cuatro, la habitación quince. Cuando llegamos desde las escaleras interiores Trece se queda parado mirando asombrado el pasillo.

“No puede ser.” Miro el pasillo, en busca de ese algo, pero es un pasillo normal y corriente de hospital.

“¿Qué pasa?”

“Este piso…En este piso sólo hay habitaciones privadas. Es muy probable que, o aquí este Ian, o que esté plagado de ellos.” Ni me molesto en preguntar qué son esos ellos, me lo imagino, en cambio me estremezco. Pensar que puedo estar tan cerca de Ian… “Ve a ver a Alec, yo voy a investigar, tómate tu tiempo. Vendré si sé algo.”  Se aleja por el lado contrario y me quedo sola.

Un poco incómoda voy lentamente a la habitación 415 y llamo, esta vez sí espero una respuesta. En el lado izquierdo de la puerta, debajo del número, está el nombre completo de Alec. Trece tenía razón. Escucho un “pasa” y me adentro.

Al contrario que la habitación de Jane, la de Alec es más grande y espaciosa, es individual y huele bien. Además, tiene televisión y la cama no es de hospital. Hay un sofá que está ocupado por una mochila y un pequeño macuto.

“Soy yo, Phoebe,” digo mientras me adentro para que no pille a Alec por sorpresa. Alec está acostado en la cama, arropado con una fina sábana blanca, tan blanca como su piel. Su pelo, sus ojos y sus ojeras destacan como las estrellas en el cielo. “¿Cómo te encuentras?”

“Phoebe.” Dice como maravillado. “Gracias por venir. Estoy bastante jodido, como puedes ver.” Saca su brazo de debajo de la sábana para enseñármelo. Está lleno de tubos por vía intravenosa. “Pero no es nada nuevo, en unos días volveré a ser el aburrido de Alec.”

“Eh, no digas eso.” Le reprimo mientras le doy un empujoncito en el hombro.
“Pero si es la verdad.”

“Si eso es verdad, yo estoy cuerda y Jane tiene el pelo de su color natural.”

Ambos reímos mientras Alec me da la razón.

“Hablando de Jane. Fue ella la que te dijo dónde estaba mi habitación, ¿no?” Asiento levemente. “Es que al ser una habitación privada en recepción no pueden decir de quién es.” Termina diciendo en voz baja, es como si se avergonzara de tener una habitación privada.

“Sí, fue ella, dijo que querías hablar conmigo de lo de Anthony.”

Frunce el ceño y suspira mientras se levanta de la cama. “Espera un segundo.” Coge el chisme con ruedas que lleva todas las bolsas que están conectadas a su brazo y se dirige a la puerta, la abre, se asoma un momento y la cierra con una especie de pestillo giratorio en el pomo. Cuando vuelve, me da un deja vu al verlo con el camisón del hospital. Es azul claro, de manga corta. Anthony tenía razón, vi a Alec en el hospital, ¿pero cuándo? ¿Cuándo había estado en el hospital? ¿Por qué coño olvido las cosas?

“Alec…¿puedo preguntarte algo raro?”

“Si es sobre este atuendo del demonio que me obligan a llevar en el hospital, no.” Dice sonriendo mientras vuelve a la cama.

“No, no es eso. ¿Por qué…? Bueno, en realidad son dos preguntas. ¿Antes de entrar al instituto nos conocíamos de algo? y, ¿por qué decidiste venir al recreo con Jane y conmigo?”

Alec deja de sonreír y me mira con los labios entreabiertos. Un morado acecha en su barbilla, y seguramente muchos más merodean por su cuerpo. “¿No lo recuerdas? El año pasado esperábamos juntos en una de las consultas del tercer piso. Aquí, en el hospital. Y hablamos durante unos minutos antes de que tuviera que entrar. ¿De verdad no lo recuerdas?”

Me quedo mirándolo embobada. Esto es increíble. ¿Cómo es que antes de conocerlo sólo recordaba de su pecho hacia arriba, y creía haberlo visto con Jane, y ahora no recuerdo nada?  “La verdad es que no lo recuerdo muy bien.” Me esfuerzo en sacar una sonrisa. “Da igual, ¿qué querías hablarme de Anthony?”

Alec se pone tenso y cambia de posición, quedándose frente a mí con las piernas cruzadas a lo indio. “Olvida todo lo que dijo, es imbécil.” Dice bruscamente. Le miro sin saber qué decir. “Piensa que todo lo que me pasa es culpa de él, o de alguien más. Y nunca, nunca me deja hacer nada por mí mismo. Como si fuera un niño pequeño, está todo el día detrás de mí cuando estoy en el hospital. Por eso cerré la puerta, por si venía, está comprando algo de comer. Odio la comida de hospital. Es que odio que me trate así, ya soy mayor. Jo.” Lo intento, pero no puedo. Acabo riéndome a carcajadas delante de él. “¿Qué te hace tanta gracia?”

“Lo-lo siento. Es que has sonado tan adorable hace un momento, que me ha sido imposible contener la risa. De verdad, sonabas como un niño enfadado porque su padre le dice que es demasiado pequeño para ser mayor. Además, pensaba que te ibas a disculpar en nombre de Anthony, no que te ibas a desahogar conmigo sobre él.”

Alec me mira fijamente, para ponerse rojo y apartar la mirada, haciendo que ría unos segundos más. “Mierda. Lo siento. Es que no aguanto que me trate así, y a la mínima salto. En realidad sí quería disculparme en su nombre, ya sabes, los chicos somos imbéciles. No debería haberos dicho eso. No fue culpa vuestra, ni de él. Fue culpa mía, por meterme a defender a Jane. Pero él es reacio a aceptarlo. Por eso lleva de morros desde ayer. Aunque…bueno…” No termina de hablar, pero sus pálidas mejillas vuelven a teñirse de rojo.

“Qué bonito es el amor visto desde otros.” Digo para mí, aunque Alec llega a escucharlo.

“Es un imbécil, pero es mi imbécil y le quiero. Sé que se comporta así porque tiene mucho miedo a que me pase algo. Me molesta que no sea capaz de ver que yo también puedo salir adelante por mí mismo, porque así sabré que tengo la fuerza suficiente para ayudarlo yo sólo. ” Dice más rojo aún. Sonrío levemente y pienso en la relación que tenía con Ian. No era exactamente así, pues siempre he sido muy fría, pero era bonita a nuestra manera, y…la echo de menos. Le echo de menos de él.
Unos toques en la puerta me despierta de mi ensoñación. “Ya voy yo, no te esfuerces mucho.” Digo mientras me dirijo a la puerta, seguro que es Trece, pero si fuera Anthony no sé qué haría. No quiero que vuelva a pasar lo de ayer. Abro la puerta y en efecto es Trece. “Espera un segundo.” Dejo la puerta entreabierta. Voy hacia Alec, que está tumbado en la cama con los ojos cerrados, pero los abre y me mira feliz con sus oscuros ojos. “Tengo que irme. Me alegro de que estés bien.”

“Gracias Phoebe. A ver si para unos días salimos todos a dar una vuelta.” Asiento y me voy, dejándolo sólo en esa fría habitación. Espero que Anthony llegue pronto y arreglen las cosas.


Trece está esperándome en el pasillo de la entrada de la habitación, donde Alec no le ve, pero Trece sí. “Vamos,” dice mientras empuja mi espalda, “tengo una cosa que contarte.” Salimos y siento como si alguien me observara mientras nos dirigimos a las escaleras.

1 comentario:

  1. Sólo tengo una cosa que decir:
    "Antholec <333333333333333"
    Y SUBE YA EL SIGUIENTE!

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