Miércoles,
una y trece de la tarde. Parada de autobús.
Cuando llego
Trece ya está esperándome.
“Hola,
¿llevas esperando mucho tiempo?” Me siento a su lado.
“Lo justo
para que el autobús y tú llegaseis a tiempo.” Dice sonriendo.
No lo
comprendo hasta que veo que el autobús se acerca.
“Joder, y yo
acabo de sentarme.”
Ríe y nos
subimos al autobús, sólo estábamos nosotros en la parada, en cambio, el autobús
está casi lleno. Afortunadamente encontramos dos asientos libres y nos
sentamos. Me hace gracia la situación. Yendo en autobús a investigar un caso de
abuso escolar y un secuestro de mafiosos, después de haber matado a una
compañera de clase.
A veces creo
que todo es un sueño. No estaría mal que lo fuera.
“Phoebeeeee…¡¡PHOEEBEEE!!”
“¿Eh?, No
grites, dime.”
“¿Se estaba
bien en tu mundo?”
Me lo
pienso, por una parte, todo es una mierda, pero parece que las cosas van
aclarándose, además…hoy veré a Marcus.
“Pues si te
soy sincera, sí, sí se estaba bien.”
“Claro,
fantaseando con tu reencuentro con tu Ian se debe de estar muy bien.” Dice Trece
jocoso.
“¿Pero qué
dices, tonto?”
“Já, te has
sonrojado. Además, no me engañas, estabas sonriendo.”
“Tienes
razón. Pero no pensaba en Ian, sino en Jenny, el instituto estará mejor sin
ella. Me siento una heroína.”
Trece me
mira incrédulo y empieza a reírse.
“Jajajajaja.
No te creo. No eres tan mala como para pensar así. Además, hace media hora
estabas cagada de miedo.”
“Ya…quería
ver si tomándome el tema a coña se pasaba la presión que tengo. Me ha dejado
bastante tocada.”
Supongo que
por eso voy a recurrir a Marcus esta noche.
Se crea un
silencio incómodo. Mi hombro choca con el de Trece, es cálido. Sólo se escuchan
los ruidos del viejo autobús, y a la gente bajar y subir. Una niña con una
mochila sube cogida de la mano de una chico de más o menos mi edad, se sientan
frente a nosotros. La niña, emocionada, le cuenta al que supongo que es su
hermano, cómo le ganó corriendo a una tal Lauren.
Mientras los
observo noto el dedo de Trece en mi mejilla. Me vuelvo hacia él.
Está
sonriendo.
“Cuéntame
algo de tu familia. Hemos compartido tantas experiencias, pero aun así, me doy
cuenta de lo poco que sé de ti.” Su tono es suave e incluso cálido, tanto que
me atrae.
“¿Cómo
sabías que estaba pensando en mi familia?”
Trece ríe.
“Tu ojos te pierden. Son como luces de neón avisando lo que piensas.”
Bajo la
mirada, y sin pensarlo decido en contárselo. Es Trece al fin y al cabo.
“Pensaba en
mi hermano.”
Trece finge
cara de asombro y me mira. Está feliz, y eso me hace feliz.
“¡Increíble!
No le cuentas a tu compañero de aventuras que tienes un hermano, pero sí eres
capaz de quedarte a dormir en su casa cuando te viene en gana.” Ríe otra vez.
Avergonzada, pues tiene razón, bajo la mirada. Aunque yo tampoco sé nada de él.
“Va, no te pongas así. ¿Cómo se llama? No me dejes ahora con la curiosidad.” Mi
pica otra vez la mejilla y no me puedo resistir.
“Se llama
Marcus, tiene dos años más que yo. Y siempre me daba en la mejilla cuando
quería que hablase. En cierto modo me recuerdas a él.”
“¿Ah, sí?
¿En qué nos parecemos?”
Me lo pienso
muy poco.
“En que la
mayoría de las veces sois capaces de hacerme olvidar las cosas malas que me
pasan, o que suceden a mi alrededor.” Casi al instante dejo de mirarle a sus
claros ojos. ¿Qué cosas estoy diciendo?
“No te
cortes, tú misma has dicho que me parezco a tu hermano, eso nos convierte en
casi hermanos. Así que venga, hermanita, entretenme en el trayecto al hospital.
Qué es bastante largo, por cierto.”
“¿Qué
quieres que te cuente?” pregunto confundida.
“No lo sé,
ilústrame.” Acaba con una gran sonrisa.
“Gracias por
tu aportación.”
Ríe y me da
un empujón.
“Pues,
puedes empezar diciendo por que no te gusta hablar de tu familia.”
“Pareces un
psicoanalista.” Ambos reímos. “No sé, siempre me llevé mejor con mi padre que
con mi madre. Pero nunca les tuve ese cariño que tenían mis compañeros de
clase, para recibirlos y despedirlos con besos y abrazos. En cambio, con mi
abuela y Marcus me pasaba la vida abrazándoles.” Es extraño, porque de eso si
recuerdo cosas. Mi memoria está jodida.
“¿Algo más?”
“¿Estás muy
cotilla hoy, no?”
“Estamos en
un autobús, rodeados de gente. Un par de crías detrás de nosotros están
hablando todo el rato sobre nosotros. Tendré que aparentar ser alguien normal, ¿no?”
Extrañada me
doy la vuelta, y veo a dos chicas más jóvenes que yo, hablando entre
cuchicheos, cuando ven que las estoy viendo dejan de hablar. Odio a la gente
así.
“¿Qué
decían?”
“Chorradas,
que si tu vestimenta, que si mi pelo…¿Prefieres hablar de otra cosa?”
“Niñatas. No
sé…¿Cómo es que sabes tanto de la mafia?”
“¡Eh, con
eso no daremos el pego! Además, no quiero aburrirte con historias de antes de
que nacieras.”
“Eso suena a
que fuiste criado por una mafioso o algo así” Digo riendo.
Trece,
serio, me mira. “Quién sabe, podrías no estar tan desencaminada.”
¿Qué le ha
pasado de repente?
“¿Sabes? Las
dos cotillas de atrás no han parado de mirarte.” Digo intentando enfriar el
ambiente.
Trece las
mira, percatándose que se bajaron en la parada anterior.
“Y yo que
pensaba que sólo se me daba a mi bien cambiar de tema.”
Al
escucharlo, veo que las chicas se habían bajado y río avergonzada junto a él.
“Creo que ya
llegamos.”
Nos bajamos
del autobús frente al edificio blanco. Saber que está controlado completamente
por la mafia da miedo. Haciendo de tripas corazón, me adentro en él. Pensando
en Alec, Jane e Ian. Siempre en Ian.
No hay comentarios:
Publicar un comentario