Viernes, dos y media, a la salida del instituto.
"Phoe, estás muy callada, ¿qué te pasa?"
Miro a Jane, sus ojos verdes resaltan por su maquillaje, su
pelo, ahora morado le queda genial. Sonrío.
"No sé." Oh sí, sí que sé. Pero no voy a decirle
que tengo ganas de matar, no, no voy a decirle a mi mejor amiga que me estoy
haciendo adicta a la sangre y a arrebatarle la vida a otras personas, porque
cuando lo hago parece que mi propia vida vuelve a tener sentido...
"¿Te vienes a mi casa este finde? Desde ahora hasta el
lunes por la mañana."
Se supone que hoy investigaría lo de Ian, pero... también
debería pasar un tiempo con ella.
"Claro, pero iré más tarde, tengo que terminar un
trabajo."
"Genial"
Me abraza como despedida y se va.
"Podrías llamar a...Antholec" Le grito antes de
que se aleje demasiado. Ríe y asiente con una gran sonrisa. Hoy no vinieron
ninguno de los dos, es raro...
Viernes, cinco y nueve de la tarde.
Terminé de comer, me cambié de ropa y le dije a mi madre que
me quedaría en casa de Jane, no le hizo gracia, pero me da igual. Ahora voy a
casa de Trece, creo que no lo veo desde el domingo, cuando me desmayé y eso...
Ha pasado menos de una semana desde que matamos a la puta y ya necesito sangre
otra vez, a veces me doy miedo. Cuando estoy subiendo las escaleras para ir al
piso de Trece-es tan cutre el edificio que no tiene ascensor-me lo encuentro
bajando.
"Phoe, ¿qué haces aquí?"
"Emmm...¿No íbamos a ver lo de Ian?"
Se me queda mirando y entonces abre la boca. "CIERTO.
Pero tengo que ir urgentemente a hacer un encargo, ya me
entiendes..."Sonríe.
"¿Un encargo?, ¿Puedo ir contigo?"
"Claro, siempre es más divertido hacerlo con
alguien."
Me coge del codo, me da la vuelta y bajamos juntos las
escaleras. Justo lo que necesitaba, al fin un poco de suerte en mi vida.
"¿Y quién es el afortunado?"
"Afortunada. Es una médica" Entrecomilla la
palabra. "Está en el área de sobredosis y se limita a sacar información a
los que vienen, si no le dan información los mata. Es como yo, pero con un
cargo mayor..."
"Interesante" No sabía que hubiera una mafia tan
grande en la ciudad, es agradable oírlo.
Llegamos a un centro religioso de rehabilitación, es como un
edificio anexo al hospital pero para la chusma del barrio. Es gracioso que la Iglesia sea la primera en
estar en contra de la discriminación, y que también lo sea para poner un centro
de rehabilitación en el peor barrio de la ciudad.
"Vale, esto nos va a venir genial, finge que... no sé,
soy tu novio o algo así, y pide ayuda, haz mucho escándalo, entonces les dices
que estoy en ese callejón de allí. Así podremos entrar legalmente" Ríe y
tocándome el hombro se dirige al callejón, pero se para y se acerca.
"¿Podrás llorar?" Niego con la cabeza extrañada."Vale, perdóname
esto" Antes de terminar de hablar siento algo en mi mejilla, me ha pegado.
"¿Estás bien?"
Me quedo mirándolo con los ojos llorosos, ¿a qué ha venido
eso?
"CLARO QUE NO ESTOY BIEN"
"Pero estás llorando, corre, vamos." Me quedo
mirándolo incrédula."Lo siento, ¿vale? Es solo que tenía que parecer
real..." Se aleja de mi y me quedo sola frente al edificio.
Sin otra opción, dejo salir más lágrimas y me acerco
chillando.
"POR FAVOR, AYUDA. MI...MI NOVIO ESTÁ, NO SÉ, ESTÁ
RARO"
Una enfermera se acerca a mi.
"Tranquila."Me pone una mano sobre el hombro. Me
la quito de encima dándome la vuelta.
"ESTÁ ALLÍ...EN...EN EL CALLEJÓN. AYUDA."
Salen dos o tres personas corriendo y las sigo. Llegamos al
callejón y Trece está sentado, apoyado en la pared despeinado, con los ojos
cerrados y la boca abierta, respirando rápidamente.
Los enfermeros que salieron lo cogen y se lo llevan
arrastrando al centro de rehabilitación, sin cuidado.
Ya dentro lo pasan a una sala, pero me prohíben entrar,
cuando se alejan entro, obviamente.
Cuando entro, me da el tiempo suficiente para ver cómo se
tira sobre una camilla para volver a fingir que está mal. Río.
"Menos mal que fui yo." Me acerco a él. "¿Qué
haremos ahora?"
Me mira con sus ojos claros y me toca la mejilla donde antes
me pegó, me sigue escociendo.
"Lo siento, de verás."
"No pasa nada...fue por una buena causa, o eso
espero." Hay un silencio incómodo.
"...Bueno, pues...lo mejor será que te escondas y
cuando veas el momento oportuno, sales y la sujetamos, sería mejor si la
dejamos viva, pero si no podemos...la matamos."
Asiento y me voy a esconderme en una camilla que está tapada
por una cortina. La habitación es como una sala de un médico de cabecera de
hospital, incluso comunica con otra sala, puede servirme de algo más tarde...
Hay un escritorio y dos camillas, y varios armarios con utensilios tanto
útiles(bisturís, ácidos, no sé por qué hay ácidos, agujas, tijeras...) como
inútiles(vendas, tiritas, trapos sucios...)
Espero un poco y veo que entra una mujer de unos treinta y
pico, un poco bronceada, con una bata y el pelo muy rizado, casi a lo afro.
"JODER."Grita."ESTE ES DEL SECTOR 4, me ha
tocado el gordo."
No entiendo nada. Me asomo un poco y veo como amarra a Trece
a la cama. Mierda. Trece, aún fingiendo que está hasta el culo de droga me
mira, pero no puedo ver exactamente qué me dice. La mujer, se asoma a la puerta
un segundo y aparece con un hombre alto, de color negro, va rapado y petado a
esteroides, parece un segurata.
"Mierda" Susurro, con ese ahí no puedo salir, me
mataría de un puñetazo. Me asomo y veo que la tía está acercando una
jeringuilla al brazo de Trece y el segurata lo está cogiendo, para, supongo,
que no se escape.
Joder, no. Empiezo a temblar, estoy asustada. Trece me mira
rápidamente, él también lo está. Hace una mueca, muy levemente, cuando le
clavan la jeringuilla, es un buen actor. Su cuerpo en tensión se relaja
inmediatamente cuando la tía le quita la aguja.
"Fuera, y pase lo que pase, ya sabes..." Dice la doctora.
El segurata se va y por fin nos quedamos solos.
Suspiro, muy lentamente y lo más silenciosamente posible.
Escucho un crujido y un suspiro, la tía se ha sentado.
Haciendo el mínimo ruido posible me bajo de la camilla,
cuando estoy en el suelo miro un momento a Trece, está dormido.
Salgo corriendo hacia el escritorio, la tía se levanta de la
silla corriendo y se dirige hacia mí, estiro la mano hacia un carro de metal
que tiene distintas cosas y cojo algo fino, largo y frío. Un bisturí, pienso.
Voy hacia ella más rápidamente y veo que es un termómetro de mercurio.
Mierda, mierda, mierda. Piensa rápido.
Con el pulga de la otra mano, intento romperlo por la parte
del metal, a lo mejor puedo tirarle el mercurio o algo, pero no puedo, tengo
poca fuerza.
La tía se ríe de mi.
"No sé quien eres, pero si ese es tu novio...Já, poco
sabes de él."
"¿Y tú? ¿Quien eres para decirme las cosas que no
sé?" La odio, no sé por qué, pero la odio.
"¿Yo? ¿A tí que más te da, niñata? Cállate."
Niñata, me ha llamado niñata. Concentro toda mi ira sobre el pulgar, intentando
romper el frágil vidrio. La tía está con el móvil, va a llamar a alguien, va a
llamar al Esteroides. Se rompe, el termómetro se rompe, tengo astillas de
vidrio clavadas, pero no me importa.
Me lanzo sobre ella, le da tiempo a tirar el móvil y
rodearme con los brazos, para pararme. Cae sobre la mesa del escritorio y yo
sobre ella, está aturdida, es mi momento. Sin ningún escrúpulo le clavo el
termómetro en el ojo oscuro. Chilla de dolor, pero se lo clavo hasta que no
puedo más. Es como atravesar una oliva rellena, está blando, pero no mucho. Me
gusta la sensación.
La tía, Mary, por lo que he podido leer en la placa que
lleva en el bolsillo de la bata, intenta apartarme, pero no puede. Me siento
bien, la puedo controlar a mi gusto, puedo hacer con ella lo que me de la
gana...
Sus manos están en mi garganta, pero tienen poca fuerza, no
es médica, no, no sabe dónde coño tengo la Yugular o la Carótida para poder cerrármelas. Me río, me hace
gracia, yo sí sé dónde están.
Le saco el termómetro ahora lleno de sangre y se lo clavo en
el otro, no quiero que vea mi cara. Grita más aún, se lo dejo ahí y bajo mis
manos a su garganta, le voy a dar una clase del sistema circulatorio.
"Mary, como has suspendido, voy a darte una lección
práctica, a ver si para la próxima, que no creo, apruebes. Esta es la
yugular." Aprieto su yugular fuertemente. "Y esta la Carótida " Aprieto su
Carótida. La levanto un poco y le pego un rodillazo en el estómago, no
muy fuerte, porque apenas tengo fuerza. Poco a poco va debilitándose y malgasta
su oxígeno pidiendo ayuda. Qué ilusa. Deja de forcejear definitivamente, pero
aún está viva.
Voy hacia Trece, desato sus amarres en intento reanimarlo,
pero está anestesiado.
"Mierda" Se me ha olvidado cuanto tiempo puede
estar una persona anestesiada con una simple inyección, no puedo con él,
necesito tiempo. Compruebo que las constantes de Trece estén medianamente bien.
Saco el móvil para ver la hora, las 18:21, perfecto. Al
guardarlo toco las cerillas. Genial.
Busco cualquier tipo de sustancia inflamable, un poco de
alcohol etílico y ya.
Me acuerdo de las estantería que vi anteriormente y voy
hacia ellas y cojo dos botes, los abro y los vacío sobre Mary.
"Lo siento, tienes mis huellas dactilares." Vierto
medio bote sobre su garganta y su cara. El mercurio está sobre su piel y
seguramente sobre sus ojos. Mercurio y etanol... Podría hacer Fulminato
de mercurio si tuviera ácido nítrico.
"LAS ESTANTERÍAS" Corro hacia ellas y busco entre
los botes de ácido, de puta madre hay nítrico. Vuelvo hacia Mary, está
inconsciente, pero viva, sigue respirando, muy lentamente.
Abro la puerta que comunica con la otra habitación que no sé
a donde me llevará y cojo a Trece por las axilas, lo bajo poco cuidadosamente
de la camilla y lo dejo allí, a oscuras, si pasa algo, al menos que él esté a
salvo.
Me dirijo hacia la tía, abro el ácido y enciendo las
cerillas, rápidamente echo el ácido y tiro todo mi suministro sobre ella,
haciendo que algunas se apaguen, pero que al menos una llegue y prenda ese
pequeño explosivo que formé sobre ella. Corro a esconderme con Trece, Mary está
que arde, literalmente.
Me quedo esperando en la habitación, cierro por si alguien
intenta entrar y enciendo la luz. Es una sala anexa, tiene salida, hacia el
exterior, definitivamente hoy es mi día de suerte. Me quedo esperando en el
suelo junto a Trece, su respiración está empezando a ser más normal.
Escucho gemidos débiles, se ha despertado, y siente como se
está quemando.
Tras veinte minutos o así escucho la puerta abrirse, la de
la otra habitación han entrado para ver qué pasa y Mary seguro que ya está
muerta.
He recuperado la respiración y Trece está ya despierto,
aunque un poco grogui. Lo levanto y lo saco por la puerta, estoy sudando,
recién me doy cuenta del calor que hacia en la habitación. Tengo poco dinero,
pero llamo a un taxi, no voy a poder ir a cuestas con él hasta su piso. El
taxista nos mira mal, claro, ¿qué se espera de ese barrio? pero me da igual lo
que piense, sé que no somos unos drogatas, así que...
Al llegar lo dejo en su cama, menos mal que el taxita me
ayudó a subirlo al piso, le tuve que pagar más, pero al menos no lo
maté subiéndolo por las escaleras. Son las 7 y tengo que ir con Jane
y puede que con Anthony y Alec.
Miro a Trece por última vez, ya está bien, se despertó en el
taxi y cuando se bajó vomitó, la anestesia da nauseas. Le dejo al lado de la
cama una botella de agua, un zumo y unas galletas, para que elija lo que quiera
y me voy.
Me gustaría haberme quedado más y ver lo de Ian, pero mi
nuevo deber como amiga me llama.
Además, es mi venganza por la bofetada que me dio.
Oye, soy yo, Trece, sube ya el proximo!!!! Porfavor.... Que me da el monooo!!! Oye, se suponia que el que mataba gente era yo, no tu e.é
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