domingo, 30 de marzo de 2014

Entrada número treinta y cuatro: Invitado de honor.

Miércoles, siete de la mañana.

“¿Eso es todo?” pregunta Trece, que está sentado frente a mí en el suelo con las piernas cruzadas.

“Sí.” Asiento, y le doy un trago al último zumo que quedaba en la nevera, es de mi sabor preferido y está fresco. Me alivia el nudo que tengo en la garganta.

Después de acabar el instituto, Anthony me esquivó y fui a casa, pero allí me esperaba mi madre con su mal humor, por lo que salí y no he vuelto a casa. He vuelto a dormir en casa de Trece, sin embargo no pude verlo, ya que acaba de regresar de no sé dónde.

Hace calor, aun siendo las siete de la mañana, y quedan dos días para que acaben oficialmente las clases.

“Sus descripciones me suenan, puedo darles una lección.” Trece sonríe mientras se cruje los nudillos. Hago una mueca y le hago reír más. “¿Ni te inmutaste al matar a la Puta y te da asco que me cruja los nudillos? Te estás volviendo una blandengue.”

Le miro mal y le tiro el cartón del zumo vacío que esquiva fácilmente.

“¿Jane y Alec están bien?”

“No sé, vine directamente después de comer. Iba a llamar a Jane esta tarde. Supongo que Alec estará en el hospital y Anthony no quiere saber nada de mi.”

“Ya, me imagino como se siente.” Le miro extrañada. “Oh, vamos Phoebe, hasta yo comprendo eso. Anthony finge que está molesto con vosotras porque en realidad está molesto con él mismo porque no pudo hacer nada para ayudar a su Alec.”

¿Eso puede ser verdad?, ¿tan complicado es el amor? Espera, sí lo es.

“Ebe.” Llama mi atención con una sonrisa en la cara. “Aún no me preguntaste por Ian.” Abro la boca y me quedo mirándolo, debo de parecer más estúpida de lo que lo soy. Trece ríe más y se siente a mi lado en el sofá. “Está vivo, y sé dónde está.”

“¿De…de verdad?” Asiente. “¿Cómo pudiste encontrarlo tan rápido?”

“Bueno, ya sabes la sospecha que tenía sobre su padre, lo de la mafia y eso, pues es cierto. Esa mafia es la más grande de los alrededores, se formó hace unos años, cuando una de las mafias italianas de la ciudad y la japonesa se aliaron…”

“Espera, ¿qué es todo eso de mafias italianas y japonesas?”

“Eso, que se aliaron, por así decirlo.”

“Ya, ahora solo queda la alemana para crear la mafia del eje.”

Trece resopla y estaba en risas. Al final me contagia y acabábamos ambos riendo.

“¿Tuviste examen de historia hace poco?” Asiento, terminando de reír. “Lo suponía. Retomando lo de antes, aquí hay más mafias de lo que piensas, como en todas las grandes ciudades.” Me encojo de hombros y sigo escuchándole hablar de cómo llegó al paradero de Ian. Aunque no es cien por cien seguro, le creo. “Y pienso, que está en el hospital, el área más influenciado por la mafia, junto con el tráfico de drogas.”

“El hospital. Esto parece una puñetera coincidencia del destino.”

“Cuando quieras vamos a inspeccionar el terreno. Sería perfecto que Alec siguiera allí, así mientras tú le visitas yo le doy una rápida inspección.”

“Me parece genial.”

Aunque realmente estoy asustada, ¿qué estará haciendo Ian en el hospital? Ysi cuando lo encontremos me rechaza, o…

“EEEEEEEbeeeeee.” Trece me está llamando mientras clava su dedo en mi mejilla izquierda. “Despieeerta.”

“¿Qué?”

“Deja de pensar en lo que le vas a hacer a Ian en cuanto lo veas.” Ríe y sonrío un poco, más por cortesía que otra cosa, aún sigo dándole vueltas a mi posible encuentro con Ian. “Vas a llegar tarde.” Dice Trece señalándome el reloj que hay en la pared.

Me levanto corriendo, y cojo la camiseta que había cogido antes de irme a casa. Trece me despertó y estuvimos hablando todo el tiempo. Ni siquiera desayuné. Ya aseada, muy ligeramente, me cuelgo la mochila a la espalda y salgo. Trece me sigue. Andamos juntos bastante rato, hasta que empiezo a cruzarme con gente con el mismo destino que yo.

“¿A dónde vas?”

“Contigo, al instituto.” Levanto una ceja y le miro extrañada. “Me pica la curiosidad, quiero saber quiénes son los de ayer, ya te dije que me suenan. Tu instituto es conocido por su trapicheo de droga entre menores.”

“Qué cosas tiene el destino.”

“Además, quiero que me presentes a tu gran amiga Jenny.”

Sólo pensar en ella hace que me enfurezca.

“Si quieres te la presento y te la puedes quedar para siempre, de verdad.”

“Nah, no creo que sea de mi tipo.”

“¿Cuáles son tus tipos?” pregunto jocosa, pero con un poco de curiosidad.

“Tú, por ejemplo.” Me quedo parada, mirándole como sigue andando elegantemente. Su cabello ahora más blanco que plateado le llega hasta el borde del cuello de su camiseta azul oscura. Se da la vuelta y me mira riendo. “Era broma.” Me acerco a él, pero mantengo las distancias. Sin embargo me abraza por los hombros y me acerca a él. “No te asustes que no soy de los que matan al primero que se… Espera, no me sirve ese ejemplo.” Ríe otra vez y me revuelve el flequillo antes de dejarme libre.

“¿Qué te has tomado esta mañana?”

Trece me mira esta vez serio, con sus ojos claros brillantes. “Nada, sólo que quería animarte un poco. Hey, hey, te has vuelto a sonrojar, señorita soy-lo-más-peligroso-del-lugar.”

“Imbécil.” Aun así no puedo evitar reír.

Seguimos entre risas y bromas andando hasta llegar al instituto. Me gustaría que Trece estuviera más conmigo y poder presentárselo a Jane, Alec y Anthony. No merezco ser la única que conoce al Trece de verdad. Al igual, que tampoco ellos se merecen que no conozca aún a la Phoebe de verdad, esa que se quedó perdida en algún sitio hace tiempo.

Como si el destino fuera hoy nuestro invitado de honor, nos encontramos a Jenny en la esquina de la calle del instituto, está fumando junto con el chico que Anthony tiró al suelo con una llave. Será su nuevo ligue, se les ven muy acaramelados.

“Ahí están, ese es uno de los que hirió a Jane y Alec, y a su lado está mi mejor amiga.”

“Lo que me temía. Él, con otros tres tíos más, son los que más trafican con drogas por el instituto. Son de los míos” dijo entrecomillando la palabra con los dedos, “pero no pasaría nada si desaparecieran, no está bien vender droga a menores. ¿Esa que está allí manoseándole dices que es Jenny?” Asiento. “No me la esperaba tan… ¿normal? ¿Qué dices que te hizo?”

“No lo recuerdo, siempre le he tenido rencor. Olvido muchas cosas. De mayor seré una vieja fea y senil a víctima del karma.” Trece ríe.

“Entonces será mejor que nos suicidemos antes de llegar a los cincuenta.” El timbre que anuncia el aviso para entrar a clases suena por segunda vez. “Va, entra. Veré que puedo hacer con ellos. Te estaré esperando a la salida, en el callejón que hay una calle más atrás, ¿entendido?” Asiento y salgo hacia la puerta. “No hagas nada malo.”

Vuelvo a asentir, preparándome para mis últimos días de instituto, mentalizándome de que todo va a salir, y que pasaré un verano de cine con mis amigos.
Antes de entrar a clase río por las estupideces que puede llegar a pensar la gente para engañarse a sí mismas.

sábado, 29 de marzo de 2014

Entrada treinta y tres: Ojo por ojo…

Anthony y yo no estábamos equivocados.
En medio del patio del recreo se había formado un círculo de gente, a golpes nos adentramos y veo a Jane en el suelo, restregándose la sangre de la boca, su ojo derecho está tornándose como su pelo, de color azul. Corro hacia ella y la ayudo a levantarse.

“¿Estás bien?” pregunto lo más tranquila posible mientras ese sentimiento de anhelo que estaba dentro de mí por recordar a Ian desaparece para dejar paso a otro sentimiento. Ese que surge cuando pienso en el Gordo Cabrón, la Puta, o Mary.

“Sí, sí.” Me mira y sonríe con su ojo azul y sus bonitos labios hinchados y llenos de sangre. Da un paso para salir de allí, con la mano apretándose el hombro, le habrán hecho daño, pero antes de poder dar el segundo paso se tambalea.

“Quédate aquí.” La empujo suavemente para que se siente y voy hacia mi próxima víctima, tal vez.

“¡ALEXANDER, VETE!”

Cuando llego Anthony está agarrando a un chico de nuestra edad más alto que él y más robusto, el tío está intentando buscar un punto débil para tumbarlo, pero sin ninguna dificultad Anthony le hace una especie de zancadilla y lo tira al suelo, creo que es una llave o algo así.
A su derecha Alec forcejea con un chico mucho más gordo y bajo que él, me recuerda al Gordo Cabrón. Alec está atento de Anthony por eso no ve cuando el Gordo Cabrón Junior le da un puñetazo en todo la barbilla. Creo que desde aquí escuché como sus dientes chocaban.
Salgo corriendo hacia él a ayudarle, con el golpe Alec cayó y ahora el tío está encima suya hinchándole a puñetazos.

“¡Anthony!” grito para llamar su atención.

Cuando llego a donde está Alec, me encuentro pensando en una manera de cómo matar al Gordo Cabrón Junior. ¿En qué coño estoy pensando? Estoy en el instituto no puedo matar así como así…pero, si le agarro del cuello y le asfixio un poco…

“Phoe…Phoebe…”

Me centro en un mi propósito y miro a Alec, está fatal…no, peor que eso. No puede defenderse y sigue recibiendo puñetazos. Me tiro encima de él para quitarle a su agresor de encima, el tío se asusta, pero mientras sigue pegándole, me arremete a mí con su otra mano mientras tanto, acierta varias veces, soy muy lenta, pero le consigo coger la mano y se la doblo como hacen en las películas malas de tiros. Aunque parezca mentira funciona. Anthony llega y se queda mirando a Alec boquiabierto, mira al tío, que ahora está parado intentado deshacerse de mi presión y sin esperárselo recibe un puñetazo más fuerte que tres puñetazos suyos juntos. Anthony tiene mucha fuerza.
Sin saber qué hacer sigo sujetando, ahora, las dos manos del Gordo Cabrón Junior, mientras Anthony le pega la paliza de su vida hasta que todos los gritos de los que estaban alrededor viendo se apagan y dejan paso a los gritos de una persona mayor, un profesor supongo.
Es un hombre que no conozco, tal vez uno de los muchos profesores que vienen con la esperanzan de quedarse fijo y se van a final de curso. Coge a Anthony, que no se resiste. Su cara, antes la de un asesino, ahora está preocupada y mira a Alec, que sigue en el suelo con el tío encima y yo detrás, tiene los ojos cerrados y parece que duerme, pero Anthony y yo sabemos que no es así.
Otra persona me levanta a mí y me saca de allí, es Jane, que sigue con su mano en el hombro y ahora su ojo completamente morado. Me dejo llevar y vamos juntas en silencio hasta la enfermería del instituto. Por una vez el instituto sirve de algo, o no…
La mujer que trabaja allí es una anciana que espera terminar su etapa trabajadora en tranquilidad, por eso al vernos se horroriza y en vez de atender a Jane llama a un ambulancia.

“¿Qué cojones le pasa a todo el mundo?” le pregunto a Jane mientras esperamos a la ambulancia.
“Es culpa mía, Phoebe.” La miro y mi mirada dice suficiente para que siga hablando. “Habían abierto tu taquilla y les dije unas cuantas cosas y le di a uno una patada en los huevos, pero me siguieron y me alcanzaron afuera.”

Le doy un pequeño golpe en la cabeza. “Eres tonta, de verdad. Mira lo que ha pasado. Pero…me alegro que lo hicieras por mí y que estés bien…” Hacía tiempo que no sentía esto, alguien haciendo algo por mí…

“Phoebe, abrázame, tengo frío.” Ríe, un poco sonrojada. Le abrazo fuerte, es imposible no quererla. Pero hace una mueca de dolor y paro.

“Creo que tienes algo en el hombro, espero que no sea nada grave.”

Esperamos un poco más, hasta que llega la ambulancia, Jane entra a ella y al poco aparece Anthony cargando a su espalda a Alec, sigue durmiendo, o desmayado.

“Anthony, ¿qué ha pasado?” Anthony me mira, sus ojos están oscuros, no marrones, son casi negros. Y brillan. Mi instinto me dice que me aparte, pero paso de él. Me acerco a él y vuelo a ir a la ambulancia a su lado. Jane que estaba sentada dentro y cuando nos ve sale.

“¿QUÉ LE HA PASADO A ALEC?” grita asustada. “Anthony, ¿qué ha pasado?” Le coge del brazo y se lo zarandea un poco.

“Dejadme las dos, no estoy de humor.” Deja a Alec en la camilla que habían preparado los enfermeros. Se le queda mirando y le aparta el flequillo de los ojos. Tras eso vuelve  dentro seguido del profesor que le había apartado, que estaba esperando en la puerta.

Jane y yo nos miramos preocupadas, me da un apretón en la mano y sube a la ambulancia.


“No te preocupes, ponte en su lugar.”

miércoles, 5 de marzo de 2014

Entrada treinta y dos: Verdad.

Aún no creo lo que estoy haciendo. No sé por qué, pero siento la imperiosa necesidad, no, creo que es mi responsabilidad que lo llegue a saber. De todas formas Alec es uno de los factores clave en todo esto.
“¿Sabes quién es Ian, no?” pregunta nerviosa. Anthony ríe y asiente. “Vale, sólo quería asegurarme. ¿Sabes lo qué pasó con él, no?”

“Sí.” Dice más serio.

“Bien. El año pasado, no recuerdo cuando, pero seguro antes de conocernos, vi a Alec.” Anthony dirige la mirada hacia mí y me mira curioso. “Y…no sé cómo decirlo…me obsesioné, no, no creo que fuera eso…simplemente me llamó la atención y pensaba que me…gustaba.” Anthony sigue mirándome serio, a lo mejor podría haber omitido esa parte.

“¿Dónde viste a Alec, iba solo?”

“Sí, iba solo, bueno a lo mejor iba con sus padres, pero seguro que tú no estabas. Y no recuerdo dónde fue, tengo una memoria olvidadiza para esas cosas.”                      

“¿Él sólo?” Pregunta extrañado. Asiento levemente, no está actuando normal. “Es imposible. Yo siempre estoy con él ¿De verdad que no recuerdas el lugar?” Niego lentamente, esto me está extrañando muchísimo, él no es así. ¿Le habrá molestado? “¿Recuerdas la ropa que llevaba, ¿era invierno o verano?”

“Fue poco antes de comenzar las clases, y creo…creo que era algo azul claro.”

“¿Algo azul claro, de verano?” Aparta por fin la mirada de mí y mira al vacío, pensativo. No entiendo nada. “Phoebe. Lo viste en el hospital. El año pasado, a finales de septiembre, fue ingresado y apenas me dejaban ir a visitarlo, creo que es lo más lógico.”
Hago memoria, principios de otoño…hace años que no voy a un hospital. No hace falta que haga tanta memoria para recordar eso. Lo más cerca que he estado de un hospital es cuando voy a alguna de estas consultas para viejos, que se pasan la vida allí, o estudiantes que no quieren perder todo el día de clases, ¿pero en un hospital? No. “¿Estás seguro? Hace años que no voy al hospital de la ciudad.”

“Sí, estoy segurísimo. Fue justo antes de que nos mudáramos, como tenía clases no me dejaban estar como él como cuando en verano. Cuando se recuperó los médicos dijeron que convenía irnos a vivir cerca del hospital, porque sus bajones no eran normales. Y…desde que salió, cuando le da un bajón se muestra más receloso de lo normal.”

Esto de verdad es muy extraño. “Me estoy haciendo un lio tremendo. No me cuadra nada.”

“Sí, y yo. Hablémoslo mejor después con Alec. Posiblemente me estoy confundiendo, ha tenido tantos bajones estos últimos años… Pero, ¿qué tiene que ver Alec con Ian?”

“Cuando le conté a Alec de Jane…hablando de ella, ¿dónde está?”

Anthony se encoge de hombros. “Ni idea, no la vi en todo el día.”

“Qué raro…”

“Tendrá algún examen.”

“Posiblemente…continúo; Jane empezó a decir que si me había enamorado y gilipolleces así, y creo que después de tanto insistencia de Jane acabé creyéndomelo. Aún no sé por qué lo hice, pero un día con Ian me fui sin decirle nada, creo que fue porque me sentía mal por él, y al día siguiente desapareció, y no he vuelto a saber nada de él. Pero un día logré hablar con él por teléfono, aunque apenas lo entendía y sólo me preguntó si estaba bien. Si no me equivoco su padre murió hace unas semanas o así y…” ¿Debería contarle sobre Trece?

“¿Y…?”

“A ver cómo te explico esto… un amigo, de los especiales me dijo que…Espera, eso de especial ha sonado mal. No es especial en ese sentido, es solo que…mira, déjalo.” Anthony me mira riendo.

“Vale, está bien, no dije nada, te creo.”

Iba  a seguir hablando cuando se escucha a mucha gente gritar, seguramente había empezado una pelea o algo así, era muy común. Cuando iba a continuar me pareció escuchar un grito con una tonalidad familiar. Tengo la sensación de que algo va mal.

“Phoebe, tengo un mal presentimiento.”


Anthony me mira con sus ojos de color miel encendido, en efecto, estoy en lo correcto. Ambos, casi a la vez nos levantamos y corremos hacia los gritos.